lunes, 28 de abril de 2008

Sesión 25: El Surgimiento de Japón y la Guerra en el Pacífico, 1850-1945

Para entender Japón y la Guerra en el Pacífico, tenemos que acercarnos a la historia de la región en gran parte de la misma manera que hemos considerado la historia Europea, es decir como sucesivas apuestas por la hegemonía. Hasta mediados del siglo XIX, China había ocupado una posición preeminente en Asia, muchas veces controlando gran parte de Asia y manteniendo a otras potencias como tributarios. Sin embargo cuando los Europeos arribaron a la fuerza, durante el siglo XIX, el periodo de liderazgo sin disputa de China había llegado a su fin, y cada sociedad Asiática tuvo que entenderse en los términos de la nueva estructura de poder. Los Europeos tenían mejores barcos, mejores armas, y economías industriales poderosas, y utilizaron estas ventajas para pelear concesiones económicas y políticas en toda la región. Entre las naciones Asiáticas, solamente Japón se levantó para retar a las potencias Europeas en sus propios términos.
Nada en la historia de Japón sugería que sería mejor soportar la agresión Europea más que la de cualquier otro país. En 1638, el tercer Shogun Tokugawa Ieyitsu (1604-1651) cerró Japón a los extranjeros, con la excepción de Nagasaki, cuyo comercio con extranjeros era estrictamente controlado. Esta política duró hast 1854, cuando el poder naval Americano orilló a los Japoneses a abrir sus puertos al comercio. En 1853, los Estados Unidos envió a Commodore Matthew C. Perry para abrir pláticas de negociación para el comercio en Japón, lo que hizo amenazando volar el puerto Japonés de Uraga. En 1854, regresó con una fuerza naval más grande y negoció un acuerdo para mejorar el trato de los marinos naufragados, los derechos de los barcos de Estados Unidos para comprar provisiones, y abrió la puerta para privilegios comerciales futuros. En 1858, los Japoneses fueron forzados a firmar un acuerdo comercial y de fronteras con los Estados Unidos que más tarde también incluiría a Gran Bretaña, Francia, Holanda, y Rusia. Las repetidas retiradas de los Shogunes ante la fuerza de las armas de occidente hacían ver al Shogunato débil y perdió a la institución.
En 1867, un grupo de reformistas sostuvieron un golpe en nombre del emperador y derrocaron al último Shogun. En el mismo año el Emperador Komei murió y fue sucedido por su hijo Meiji Tenno (1867-1912). El Emperador Meiji fue la fuerza conductora detrás de la rápida modernización de Japón. Durante su reinado se abolió el feudalismo en Japón, se fundó una oficina postal, desarrollaron periódicos, se construyo un sistema de escuelas, y se reformó al ejército. Además, Japón se industrializó muy rápido. El gobierno fundó nuevos complejos industriales y luego vendió las fábricas terminadas al sector privado, muchas veces perdiendo ganancias. Así, para el comienzo de la Primera Guerra Mundial los bienes manufacturados en Japón competían bien en el mercado mundial. En 1897, Japón puso su moneda en el standard de oro, lo que era un pase para obtener respeto económico. En 1899, los Japoneses negociaron un tratado con los poderes Europeos para eliminar cualquier derecho especial que tuvieran en tierra Japonesa. Para el final del siglo, Japón se había unido completamente al club industrializado.
Al unirse al club de las naciones poderosas sin embargo, Japón también comenzó a actuar como una de ellas. En 1895, Japón se anexó la isla de Formosa, justo debajo de las narices debilitadas de China. En 1902, los Británicos pensaban que los Japoneses valían lo suficiente para hacer una alianza; esto en realidad era un reconocimiento de los Británicos hacia los Japoneses porque éstos se habían vuelto lo suficientemente poderosos para amenazar sus intereses. El poder d Japón se volvió muy claro en 1904, cuando los Japoneses lanzaron un ataque sorpresa en contra de la flota Rusa estacionada en Puerto Arturo, China. La subsiguiente Guerra Ruso-Japonesa fue muy mal para los rusos, y solamente la intervención americana restringió a los Japoneses y salvó a los Rusos de la vergüenza total. Sin embargo los Japoneses no estaban satisfechos y en 1810, tomaron Korea por su valor estratégico.
Así, para 1910 Japón se había vuelto claramente una potencia agresiva e industrializada. Luego dos cosas importantes ocurrieron. Primero, en 1911, el último emperador Chino fue depuesto por una revolución y China descendió al caos político completo. Segundo, en 1914, la guerra estalló en Europa. Estos dos eventos tuvieron importantes implicaciones estratégicas para Japón, así como también efectos directos en su economía. Estratégicamente, la falta de un gobierno poderoso en China invitaba más agresión Japonesa, mientras que la guerra en Europa hacía parecer que las colonias imperiales de Europa estaban listas para tomarse. En 1915, Japón le presentó a China sus famosas “21 Demandas”, que eran meramente una larga lista de concesiones que hubieran hecho de China un protectorado Japonés. Además, Japón tomó todas las colonias alemanas en China, algo a lo que los Poderes Entente difícilmente se podían poner. La guerra también era buena económicamente para Japón, ya que la necesidad Europea de materiales mantenía a las fábricas Japonesas ocupadas. En general, la guerra fue buena para los intereses Japoneses.
La intervención Americana y Británica limitó un poco a Japón en China, pero de todos modos obtuvieron casi todas de sus “21 Demandas”. Después de la guerra, Europa y América se concentraron más intensamente en Japón. Esto incluyó limitar las ganancias de la guerra de Japón en el tratado de Versalles y hacer de Japón un miembro original en la Liga de las Naciones. Japón pudo quedarse con sus colonias Chinas, por ejemplo, pero solamente como protectorados de la liga, no como territorio conquistado. Los Estados Unidos también trataron de restringir a os Japoneses a través de más diplomacia. En 1921, los Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, y Francia firmaron un Pacto de los Cuatro Poderes (Four-Power Act), en el cual se estipulaba que todos los firmantes serian consultados en cualquier “Cuestión Pacífica”. En 1922, dos tratados más fueron firmados. El primero fue el Tratado Naval Limitante de Cinco Poderes, en el cual los Estados Unidos, Bretaña, y Japón acordaban la formula de 5:5:3 para el tamaño relativo de cada marina. Francia e Italia también estaban incluidas, pero sus marinas no eran estratégicamente importantes. Luego vino el Tratado de los Nueve Poderes, firmado por las cinco potencias y los Países Bajos, Portugal, Bélgica y China, que garantizaba la soberanía de China y le daba a los nueve signatarios acceso equitativo a los mercados Chinos. Japón estaba encajonado diplomáticamente, por el momento, pero nunca estuvo completamente contento con el resultado y rápidamente se volvió un poder revisionista como Alemania e Italia.
Japón no era una potencia satisfecha, y la agresión subsiguiente fue el resultado natural de esta situación. Durante los 1920s, Japón se concentró principalmente en las reformas internas, y la economía Japonesa creció junto con la economía del resto del mundo. Sin embargo este periodo de expansión terminó en 1929 con la Caída de la Bolsa de Valores de Estados Unidos y la subsiguiente Depresión. Al progresar la Depresión, 50% de las fabricas Japonesas cerraron y las exportaciones nacionales decrecieron por dos tercios, dejando a Japón totalmente dependiente de sus mercados Asiáticos. El siguiente paso era predecible. En 1931 Japón invadió Manchuria y colocó un estado títere llamado Manchukuo. La invasión era supuestamente una respuesta al bombardeo de un ferrocarril cuyos dueños eran Japoneses, aunque después resultó que los Japoneses habían ocasionado el bombardeo ellos mismos. La Liga de las Naciones fue, como siempre, inútil. En Febrero de 1933, publicó un reporte que llamaba injustificada la invasión Japonesa, pero también proponía una colonia que hubiera hecho de Manchukuo un estado autónomo, teóricamente bajo soberanía China, pero en realidad bajo control Japonés. Ofendido, aún a pesar de esto, Japón dejó la Liga en Marzo. Su comportamiento se volvió un modelo para Italia y Alermania. En 1937, Japón se involucró en más agresión, invadiendo China después de una pelea (skirmish?) por fronteras y acabó ocupando la mayoría de la costa China. El gobierno nacionalista China fue forzado a retraerse a la (inland) a un lugar más seguro del país. Para 1938, las fuerzas Japonesas controlaban Cantón y mucho de la China central.
Dado el humor expansionista de China, la guerra en Europa proveía una excelente oportunidad para crear más maldades. Con la derrota de Francia y los Países Bajos, y los esfuerzos estruendosos en contra de Alemania, mucho de Asia sufrió de un vacío de poder. La situación era muy tentadora para los Japoneses, ya que si tomaban la Indochina Francesa, la Malasia Británica, y las Indias del Este Holandesas, podían ser autosuficientes en casi todas las materias primas importantes, especialmente con el petróleo. El único problema diplomático era idear como tomar toda Asia manteniendo a Estados Unidos neutral. En Septiembre de 1940, Alemania, Italia, y Japón firmaron un pacto de ayuda mutua que estipulaba que todos vendrían a la ayuda de cualquiera poder que fuera atacado por los Estados Unidos. Incluida en este tratado estaba una cláusula que le daba Europa a Italia y a Alemania, y Asia a Japón. En Abril de 1941, los Japoneses también firmaron un pacto de neutralidad con la Unión Soviética. Los Estados Unidos eran el único defensor de Asia.
En Septiembre de 1940, Japón ocupó Indochina del norte, inspirando protestas en América. La presión se volvió más intensa en Julio de 1941, cuando Japón se movió a Indochina del sur, ocupando bases Francesas en la costa. Esta acción era demasiado para los Estados Unidos, que respondió congelando todos los bienes Japoneses bajo control americano, e imponiendo un embargo en todas las ventas de petróleo. El embargo de petróleo fue una amenaza fuerte para Japón, ya que no tenían ninguna fuente doméstica de petróleo y ninguna de sus colonias producía petróleo. En Septiembre 6 de 1941, el gobierno Japonés decidió que si no se podía llegar a un acuerdo con los Estados Unidos dentro de unas cuantas semanas, entonces la guerra sería la única alternativa. Japón tenía que tener petróleo—sin o con guerra. Las pláticas continuaron hasta Octubre de 1941, aunque sin éxito. Los Estados Unidos hacían demandas imposibles que incluían que Japón renunciara a su tratado con Alemania e Italia, quitar a todas las tropas Japonesas de China y Asia del sudeste, y estar abiertos al libre mercado con China. Dada la situación, las demandas eran irrazonables, ya que Japón no iba a hacer ninguna de estas cosas. En Noviembre 26 de 1941, el Secretario de Estado de Estados Unidos Cordell Hull empeoró las cosas, mandando una carta al gobierno Japonés ordenándoles evacuar China e Indochina. Los Japoneses no le vieron sentido a seguir con las pláticas.
Con la necesidad de eliminar a los Estados Unidos de Asia, Japón lanzó un ataque aéreo sorpresa en la base naval más grande del Pacífico de Estados Unidos en Pearl Harbor, Hawaii, la mañana de Diciembre 7 de 1941. El ataque fue devastador. Cinco de los ocho barcos que formaban la Flota del Pacífico fueron hundidos y los otros tres fueron dañados gravemente. Tres cruceros de batalla y tres destructores también fueron hundidos. 180 aviones fueron destruidos, y 2’300 tropas fueron muertas. Al mismo tiempo, los aviones Japoneses atacaron una base aérea en las Filipinas, destruyendo más del 50% de la flota aérea del Ejército del Pacífico de los Estados Unidos.
A pesar de toda la destrucción el ataque fue un fracaso. Primero, no sacó a la primera potencia industrial del mundo de la guerra, pero profundizó su compromiso de luchar y ganar. En Agosto 8 de 1941, el presidente Franklin Delano Roosevelt le pidió al congreso Americano una declaración de guerra en contra de Japón, que rápidamente obtuvo. En Agosto 11, Adolfo Hitler y Benito Mussolini le hicieron el favor a los Estados Unidos de también declararle la guerra. Ahora los Estados Unidos estaba en ambas guerras, y desde ese momento el resultado de la guerra estaba decidido. Segundo, en una racha de mala suerte para los Japoneses, tres cargadores de aviones del Pacífico de los Estados Unidos estaban en alta mar la mañana del ataque de Pearl Harbor y sobrevivieron. Estos cargadores se volvieron la base del contraataque Americano. Tercero, la mayoría de los barcos que fueron hundidos se repararon y regresaron al servicio. Verán, no es bueno hundir un barco en un puerto, donde se puede levantar fácilmente. Solamente un golpe directo por una metralleta o un tanque de gasolina puede realmente destruir un barco en esta situación. Esto le ocurrió al USS Arizona, que todavía está al fondo de Pearl Harbor.
Uno de los oponentes más firmes de la guerra en Japón era el Almirante Yamamoto Isoroku (1884-1943), el mismo que planeó el ataque de Pearl Harbor. En el momento en el que el gobierno se decidió a favor de la guerra, Yamamoto le dijo a sus superiores que un ataque exitoso le permitiría correr libremente en el Pacífico por seis meses, pero que después de eso Japón enfrentaría la derrota. Yamamoto estaba en lo correcto en sus dos predicciones. Japón hizo lo que quiso durante seis meses. Para Enero de 1942, las fuerzas Japonesas habían tomado casi toda Burma, como también Guam, las Islas Gilbert, y Rabaul en Nueva Guinea. Para Febrero, controlaba la mayor parte de la abundante en petróleo Indonesia, y las Filipinas cayeron en Mayo de 1942. Japón planeaba tomar Nueva Caledonia, las Islas Fiji, Samoa y Midway, pero para este punto los Estados Unidos y Bretaña habían empezado a recobrar su equilibrio.
Inicialmente, las cosas se veían un poco sombrías para los Americanos; la mayor parte de su flota ofensiva estaba bajo el mar o reparándose. Aún así, mientras se reponían del desastre de Pearl Harbor, los Americanos estaban desesperados para aparentar que estaban haciendo algo. Así que las fuerzas Americanas planearon y ejecutaron un ataque atrevido y simbólico en Tokio. En Abril 18 de 1942, 16 bombarderos Americanos despegaron de cargadores de aviones en una misión al mando del Comandante James Doolittle, que pronto se volvería famoso, bombardeando exitosamente la ciudad y después volando a una base aérea en china, donde la mayoría de los aviones aterrizó sin problemas. El ataque no tuvo mucha importancia estratégica; los 16 bombarderos no pudieron hace tanto daño. Sirvió sin embargo, para incrementar significativamente la moral del lado americano.
Mientras que los Americanos estaban reconstruyendo su flota, los Japoneses hicieron unos cuantos errores estratégicos que ayudaron a nivelar el conflicto. Japón quería desesperadamente tomar la isla de Midway, ya que sus bases áreas y navales garantizaban el control estratégico del Pacífico central. La idea era que si Japón tomaba Midway, podía tirar a los Estados Unidos de la guerra. En Junio de 1942, buscando una pelea final, los Japoneses atacaron la isla con la mejor parte de su flota. Los Japoneses no sabían sin embargo, que los Estados Unidos habían roto sus códigos y sabían así, dónde y cómo atacaría la flota Japonesa. La batalla no marchó bien para Japón, y en tres días, cuatro de los pesados cargadores de aviones Japoneses y un pesado crucero de guerra se hundieron al fondo del mar. Este fue el punto de inflexión en la guerra, ya que los Japoneses no tan sólo habían perdido la mayoría de sus mejores cargadores de aviones, sino también sus mejores pilotos. Desde este punto en adelante, la marina Japonesa y Americana eran del mismo tamaño, y Japón no podía esperar producir más que la máquina industrial de los Estados Unidos. Con la derrota de Japón en Midway comenzaron los grandes saltos por las islas en la marcha hacia Japón. Los Japoneses habían esparcido sus tropas a través de muchas islas en el Pacífico, tratando de controlar los más puntos posibles. Los Estados Unidos respondieron con una estrategia de tomar solamente las islas más importantes. Atacaban una locación estratégica que tenía un campo de aterrizaje o puerto importante. La primera verdadera prueba de armas Americanas en el Pacífico llegó en Julio de 1942. En Julio 6, los Japoneses aterrizaron tropas en una de las Islas de Salomón, llamada Guadalcanal, y comenzó a construir una base aérea. Los Americanos respondieron casi inmediatamente, y una batalla de seis meses prosiguió, luchada en tierra y mar. Los Japoneses perdieron más de 24’000 muertos en tierra y los Estados Unidos 1’600. En el mar las pérdidas fueron aproximadamente iguales, con cada lado perdiendo múltiples cruceros de guerra, barcos de guerra, y por lo menos un cargador. Esta batalla fue importante sin embargo, porque paró el avance de los Japoneses hacia el sur y significó que nueva Guinea y Australia ya no estaban amenazados. También hubo enfrentamientos grandes en Burma en este momento, y muchos soldados Británicos confrontaron una fuerte oposición. Los enfrentamientos no fueron sin embargo centrales en el destino de la campaña, ya que la única manera de terminar la guerra era tomar las islas donde residían los Japoneses.
El ejército de los Estados Unidos tuvo que abrirse camino a través del Pacífico para llegar a Japón. Las fuerzas Americanas tomaron las Islas Gilberto en Noviembre de 1943, las Marshalls en Febrero de 1944, las Marianas en Julio de 1944, y las Filipinas en Abril de 1945. La batalla en las Marianas fue importante y premonitoria. Fue importante porque al tomar la isla de Saipan, que era parte de las Marianas, Estados Unidos logró tener una base aérea que estaba dentro del alcance aéreo de Japón. En este punto, los Estados Unidos habían desarrollado el bombardero de cuatro motores más sofisticado del mundo, el Boeing B-29 Superfortress. Este bombero tenía más armas un dominio más amplio que su predecesor, el B-17 Stratofortress, que había sido utilizado en Europa para golpear a las ciudades Alemanas. Los B-29s Americanos comenzaron a bombardear regularmente las ciudades Japonesas, reduciendo mucho de Tokio a cenizas con las tormentas de fuego resultantes. El aspecto premonitorio de la lucha por Saipan fue el fanatismo de los defensores Japoneses. Casi 50’000 defensores estaban tan atrincherados que se necesitó una división de la Marina y una división del ejército para derrocarlos. (Esto eran por lo menos 40’000 personas). La defensa japonesa era tan fanática que terminó con un contraataque suicida en Julio 7 de 1944, en el cual la mayoría de los soldados Japoneses corrieron con voluntad y entusiasmo hacia las armas Americanas. Al final, los Japoneses perdieron 46’000 muertos en las Marianas, y los Estados Unidos 4’750.
Sin embargo las batallas en islas más importantes y difíciles para los Estados Unidos fueron en Iwo Jima y Okinawa. Iwo Jima era importante para los planeadores militares porque estaba a la mitad del camino entre las Marianas y Japón y hubiera sido una mejor base aérea que Saipan. Con una base en Iwo Jima, los luchadores Americanos hubieran sido capaces de escoltar a los bombarderos a Japón y de regreso, haciendo las rondas de bombardeo más efectivas. El ataque Americano en Iwo Jima comenzó en Febrero de 1945, y los soldados se encontraron con una firme resistencia. 20’000 defensores Japoneses se habían atrincherado incluso más profundamente que en las Marianas. A pesar de golpes constantes con artillería naval los defensores Japoneses se mantenían firmes, y la Marina tuvo que aterrizar en la playa en frente de fuerte resistencia Japonesa. Para Marzo, la isla estaba completamente ocupada, pero los Estados Unidos habían perdido 6’000 hombres. Los Japoneses habían peleado casi hasta con el último hombre.
Con Iwo Jima en la mano, los Americanos se volvieron a Okinawa, el último escalafón para llegar a la isla más sureña de Japón: Kyushu. Después de golpear la isla durante días con bombarderos, los Americanos lanzaron un asalto anfibio en Marzo de 1945. La batalla resultante duró hasta Julio y fue la más mortífera para las fuerzas Americanas desde Guadalcanal. Los Americanos perdieron 12’000 muertos y 36’000 heridos, junto con 34 barcos hundidos y otros 368 dañados. Los Japoneses perdieron el barco de guerra más grandioso del mundo, el Yamato de 72’000 toneladas, junto con 100’000 muertos. La naturaleza de la batalla y las medidas desesperadas de Japón son terribles de comprender. El Yamato había sido enviado en una misión suicida, con tan gasolina suficiente para llegar y ningún apoyo aéreo. Al final, repetidos golpes por bombas y torpedos Americanos la hundieron junto con su tripulación. Los pilotos kamikaze Japoneses repetidamente atacaban barcos Americanos. Y luego los Japoneses introdujeron una nueva arma suicida, la Baka, que era un planeador lleno de explosivos propulsado por un cohete. Los bombarderos Japoneses jalaban estos planeadores al área del blanco, donde el piloto prendía el motor y dirigía su bomba voladora al blanco. Las dificultades de esta campaña tuvieron un fuere efecto sobre los dirigentes militares de Estados Unidos, al comprender lo que una invasión de las islas internas costaría en términos de hombres y material.
Durante Julio de 1945 los Americanos bombardearon a Japón hasta dejarlo en ruinas. Noche tras noche, los ataques aéreos de NAPALM Americanos incendiaban ciudades Japonesas, a menudo creando tormentas de fuego en donde morían miles de personas. (Una tormenta de fuego ocurre cuando las flamas son tan intensas que el fuego consume todo el oxígeno de los alrededores. Así, la gente se asfixia, aunque el fuego en realidad nunca los toca). Las defensas en la costa eran particularmente atacadas constantemente, como en señal de preparación de una invasión Americana. Pero los Americanos habían decidido no invadir, esperando terminar rápido la guerra a través de una demostración masiva de poder destructor.
Tan solo dos semanas antes de jurar ser presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman se había enterado de un programa secreto Americano llamado el Proyecto Manhattan, que había desarrollado exitosamente la primera bomba atómica del mundo. Mientras que Estados Unidos planeaba la invasión de Japón, la estimación más conservadora de sus soldados muertos hablaba de 100’000. Los Estados Unidos habían perdido 170’000 hasta este punto en la Guerra del Pacífico. Dadas las estimaciones de pérdidas y la emergente rivalidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, Harry Truman decidió echar la bomba en Japón. Esto terminaría rápidamente la guerra y le daría algo de qué preocuparse a los Soviéticos. En Agosto 6 de 1945, un solo B-29 llamado el Enola Gay salió de las Islas Marianas y voló hacia Hiroshima con solamente una bomba en su costado. Cuando la bomba explotó sobre Hiroshima, destruyó cinco millas cuadradas de la ciudad y mató a 70’000 personas, hiriendo otras 70’000. Con la guerra claramente en sus momentos finales, los Soviéticos se unieron, declarando la guerra en Agosto 8 y mandando una fuerza de invasión a Manchuria. Los Soviéticos pudieron haber ganado la guerra en Europa, pero no eran más que aves de rapiña en el Pacífico. Los Soviéticos tomaron las Islas Kuril como pago por sus tremendos esfuerzos en derrocar a Japón. Esto estaba justificado porque los Japoneses habían robado esta isla de los Rusos en 1855. (Japón todavía quiere la parte sur de las Islas Kuril de regreso). En este punto, los Estados Unidos confrontaba un problema: los Japoneses no respondieron a la bomba, pero tampoco hicieron ninguna declaración de rendición. Así que en Agosto 9 de 1945, otro B-49, este nombrado el Carro de Bock, salió de las Marianas hacia Nagasaki. Esta bomba era diferente de la primera; estaba hecha de plutonio, en vez de uranio. Los resultados no fueron, sin embargo, diferentes. 1.8 millas cuadradas de la ciudad fueron obliteradas y más de 40’000 personas fueron muertas. En Agosto 10, el gobierno Japonés envió una carta, finalmente aceptando el llamado de Estados Unidos de capitulación total. La ceremonia formal de rendición fue llevada a cabo en Septiembre 2. La guerra más destructiva en la historia del mundo había terminado.

jueves, 24 de abril de 2008

Sesión 24: Exterminación

Ya que cubrimos el colapso diplomático que condujo a la guerra, así como también el curso de la guerra en el oeste, ahora llevaremos nuestra atención a la guerra en el este. La cosa más importante que hay que entender de la guerra es que era verdaderamente una guerra de exterminación. Cuando los ejércitos Wehrmacht atacaron la Unión Soviética, se comenzó una batalla no solamente entre los sistemas económicos sino también entre razas. La brutalidad resultante del conflicto es un factor contextual importante para entender la conducta de los dos ejércitos, así como para también entender los horrores que los Alemanes perpetuaron en su intento de eliminar a todos los Judíos del mundo. En el este, la brutalidad engendraba más barbaridad, y el costo humano de este ciclo no es fácil de contemplar.
A pesar del tratado que Alemania y la Unión Soviética habían firmado, tanto Hitler como Stalin lo vieron como una mera tregua que aplazaba la batalla final para otro día. Adolfo Hitler siempre había tenido la intención de lidiar con los Comunistas, y los Soviéticos desde hace mucho creían que un juicio final entre el Fascismo y el Comunismo era inevitable. El cronograma (secreto) original de Hitler mandaba a Alemania a invadir la Unión Soviética durante el verano de 1941. Los generales del Wehrmacht pensaban que Hitler estaba loco por atacar a los Soviéticos antes de que los Británicos fueran vencidos. Soldados hasta el final, sin embargo, planearon la campaña arduamente, a pesar de sus dudas personales. Sin embargo el plan de guerra resultante fue aplazado por problemas en el Mediterráneo, donde Benito Mussolini se había metido en problemas, y en Yugoslavia, donde un golpe de estado había sacado a un gobierno pro-Alemán. Mussolini había estado observando como Alemania avanzaba casi sin impedimentos a través del norte de Europa, y su envidia aumentaba. En busca de la gloria para sí mismo y para Italia Fascista, Mussolini envió tropas a invadir a Grecia en el verano del 1941. Como siempre, la invasión fue un desastre, y los Alemanes tuvieron que sacar a los Italianos en contra de la fuerte resistencia Británica. Más aún, el golpe Yugoslavo llevó tropas Alemanas a los Balcanes, donde instalaron un gobierno pro-Alemán. Sin embargo para cuando todo esto estuvo hecho, Hitler había perdido tres meses de su cronograma original. Este atraso marcaría su destino.
La invasión de la Unión Soviética, codificada como Operación Barbarossa, se realizó hasta Junio 22 de 1941. Y aquí debemos mantener dos cosas en mente. Primero, como ya he mencionado: esta guerra de exterminio. Adolfo Hitler había hablado desde hace tiempo de la necesidad Alemana de más espacio para vivir (Lebensraum) en el este. De hecho, las ambiciones de Hitler habían sido publicadas en Mein Kampf para que todos las vieran. Y también existía la tradición en Alemania de ver a los Eslavos como una raza inferior. Con estos dos factores en conjunción, el resultado final solamente podía ser que los Eslavos murieran y los Alemanes vivieran. Segundo, debemos también entender que la Unión Soviética ganó la Segunda Guerra Mundial. A pesar de lo grande que fue la ayuda y los sacrificios de los poderes occidentales, solamente la Unión Soviética confrontó el Wehrmacht con todas sus fuerzas. Hasta el aterrizaje de los aliados en Normandía en Junio de 1944, los Alemanes mandaban el 80% de sus tropas en contra de los Soviéticos. Le llevó a la Unión Soviética cuatro años y la pérdida de 20 millones de personas lograr su victoria.
Ahora consideremos la conducta de esta guerra oriental. Desde el lado Alemán, el racismo empujó a los Alemanes a hacer un error estratégico: despreciaron la ayuda de Ucrania. Cuando el Wehrmacht arribó en Ucrania, fue recibido como un liberador. Tienen que entender aquí que los Ucranianos habían aspirado desde hace tiempo a tener un estado independiente. No eran étnicamente Rusos y nunca se considerarían como tal. Más aún, los Ucranianos habían sufrido profundamente bajo Josef Stalin, que en los 1920s había sistemáticamente privado de comida a la región entera, matando a siete millones de Ucranianos—un número que aún no se olvida. Otras gentes Eslavas también acogieron la liberación, y había también soldados Eslavos en la fuerza de invasión Alemana. Pero a pesar de todo esto, el racismo Nazi convirtió a aliados potenciales en enemigos determinados. El asalto alemán agarró desprevenidos a los Soviéticos, y las pérdidas soviéticas en material y hombres fueron asombrosas. Aunque Stalin creía que Alemania y la Unión Soviética se irían algún día a guerra, en realidad nunca se había preparado para el conflicto que seguía. De hecho, el ejército Soviético se empeoró entre 1939 y 1941, y cuando el conflicto comenzó era sobrepasado completamente en tanques y aeronaves, aunque esto cambiaría. Sus habilidades mejoraron con entrenamientos en España y Polonia, y el ejército Alemán atacó tan rápida y profundamente que Stalin sufrió una crisis nerviosa y se recluyó por 10 días, antes de reaparecer en la vida pública por medio de un mensaje de radio. El colapso de Stalin tan solo empeoró las cosas, ya que en esos momentos no existía nadie para organizar una defensa efectiva. El ataque Nazi fue tan fuerte y el colapso Soviético tan completo, que de hecho, trenes Soviéticos llenos con materia prima enviada a Alemania bajo los términos del contrato Hitler-Stalin seguían dirigiéndose al oeste, porque nadie les dijo que pararan. De suerte para los Soviéticos, tenían un país muy grande y simplemente se retrajeron ante el avance Alemán, como sus antecesores habían hecho en la guerra contra Napoleón. Esto tuvo dos efectos importantes: alargó las líneas de abasto, y pospuso la derrota hasta el comienzo del notoriamente crudo invierno Ruso. (Cuando llegó el invierno fue un completo desastre para Alemania, ya que el Wehrmacht había inexcusable y arrogantemente fallado planear una campaña más larga. Así, cuando vino el frío, los Alemanes no tenían ropa adecuada para éste).
Como he notado anteriormente, la guerra duró cuatro años, y sin entrar mucho en detalles, he notado algunos momentos clave del conflicto. La primera batalla fue la de Leningrado. Los Alemanes sitiaron la ciudad rápidamente pero ésta se rehusó a darse por vencida, manteniendo el Wehmacht a raya mientras que casi todos los ciudadanos se morían de hambre. Esta batalla fue señalizó la determinación Soviética de luchar en contra de invasores y presentó a Alemania con un problema estratégico: necesitaba capturar Moscú pero estaba atorado en Leningrado. Los generales Alemanes le dijeron a Adolfo Hitler que era mejor dejar Leningrado como estaba y concentrar las fuerzas Alemanas en contra de Moscú. Este fue el segundo momento clave, ya que Hitler decidió en contra de los consejos de sus generales, dividir las fuerzas Alemanas e ir detrás de Moscú y Leningrado. Esto aseguró que ninguna meta se pudiera lograr, ya que la ofensiva Alemana llegó a Moscú tan sólo para encontrar la ciudad vacía. Hitler no había aprendido de las amargas lecciones de Napoleón, y ahora las fuerzas Alemanas tenían que enfrentarse al frío, la nieve, y el hielo sin las provisiones adecuadas.
El siguiente momento clave llegó a principios de 1942 con la Batalla de Stalingrado. Luchada principalmente en 1942 y un poco de 1943, esta batalla se volvió un concurso personal entre las voluntades de dos dictadores, con los Alemanes y los Soviéticos matándose uno a otro por el último cuarto de cada casa en todas las calles. Estratégicamente, los Alemanes debieron retirarse y atrincherarse para el invierno. Una vez que el clima mejorara hubiera sido posible tomar la ciudad. Sin embargo la ambición de Hitler de querer una victoria total, condenaron a las tropas Alemanas a la derrota y la captura. Más que nada, la batalla determinó el curso de la Segunda Guerra Mundial. La necedad de Hitler, aunque estaba claro que la batalla estaba perdida, permitió a los Soviéticos lanzar un contraataque que aisló a todo el Ejército Sexto. Bajo el comando del General Friedrich Paulus, el ejército se dio de baja en Febrero 1943, costándole a Alemania 300’000 soldados entrenados. Nunca se pudieron reponer de ésta perdida, y ahora estaba claro que la marea había cambiado.
La larga marcha de los Soviéticos hacia Berlín comenzó con la victoria de Stalingrado, e implacablemente obligaron al ejército Alemán a retroceder en los dos años siguientes. La batalla más importante de la ofensiva Soviética ocurrió en Julio de 1943, cuando se libró la batalla más grande de tanques en la historia fuera de la ciudad de Kursk. 6’000 tanques, 4’000 aviones, y 2 millones de soldados participaron. Dirigidos por el General Georgii Zhukov, los Soviéticos acabaron con el ejército Alemán con un poderoso movimiento (de agarre?), pegándole a las fuerzas Alemanas de ambos lados con una cantidad masiva de disparos. No había como negar esta derrota, y en este punto, incluso los fanáticos Nazis como Heinrich Himmler y Josef Goebbels aceptaron que la guerra estaba perdida. Nada podía impedir que los Soviéticos tomaran Berlín, lo que hicieron finalmente en Mayo de 1945.
Ahora veremos brevemente el fin de la guerra en Occidente. La tendencia estaba ya clara después de la Batalla de Kursk en 1943. Alemania nunca podría reconstruir a su ejército, y una larga marcha a Berlín prosiguió, aunque el Wehrmacht milagrosamente logró recuperarse de repetidos ataques para montar una defensa hasta el último momento. Sin embargo el final de la guerra fue postergado, por la Operación Overlord, el aterrizaje de los aliados en Normandía en Junio 6 de 1944, llamado también D-Day. Aunque los aliados occidentales mandaron grandes cantidades de material de ayuda de 1941 en adelante, este fue el primer momento que la Unión Soviética recibía ayuda militar directa de los aliados, y fue un esfuerzo enorme. La armada aliada incluía 1’200 barcos, 10’000 aviones, 4’126 naves de aterrizaje, 804 barcos de trasporte, y centenares de tanques anfibios y de propósitos específicos. 156’000 tropas fueron aterrizadas en Normandía, 132’500 vinieron por barco a través del Canal Inglés, y 23’500 fueron lanzadas desde el aire. En comparación, la batalla Británica en África y las invasiones aliadas sobre Italia al final de 1943 habían sido luchadas con destreza, pero no eran esenciales. Después del aterrizaje, las tropas aliadas se esparcieron y avanzaron constantemente hacia Berlín, con una excepción. Desde Diciembre 16 de 1944 a Enero 28 de 1945 Alemania lanzó un contraataque en Bélgica llamado la Batalla de Bulge. Hitler había ordenado sus reservas y lanzado en contra de las tropas aliadas. El avance Alemán asustó a todos, y hay alguna evidencia de que la Unión Soviética consideró brevemente negociar por la paz. Si Alemania tenía tales reservas después de luchar tanto, ¿que más tenía el Wehmacht de reserva? Este ataque ultimadamente falló gracias a un liderazgo fuerte de parte del lado Americano y por una falta de gasolina y amuniciones en el lado Alemán. Más importante, Alemania ahora no contaba con ninguna reserva material o humana. Después de que la guerra continuó, con ambos lados avanzando hacia la ciudad capital Alemana, la guerra había claramente llegado a su fin. La rendición de Alemania ocurrió en Mayo 5 de 1945, el llamado V-E Day.
Ahora que hemos alcanzado el fin de la guerra en Europa, podemos considerar algunos de los horrores que los Alemanes perpetuaron entre 1939 y 1945. Es suficiente decir que tanto los combatientes como los no-combatientes sufrieron bajo este régimen, estando sujetos a cosas como violaciones sistemáticas, matanzas en masa, tortura física, crueles experimentos médicos, trabajo de esclavos, y para los Judíos Europeos, genocidio. El genocidio no era nuevo en el mundo en ese entonces, y el Holocausto ciertamente no fue la última vez que un grupo gente tratara de exterminar a otro grupo entero de gente. Al final de la guerra seis millones de Judíos habían sido muertos en campos de concentración Naxi. Ahora debemos juntar esta terrible verdad con alguno de los temas que he discutido durante las últimas conferencias.
La guerra de los Nazis hacia los Judíos debe de ser considerada desde dos perspectivas. La primera es la política viciosa anti-Semita de Alemania. Como ya hemos discutido, el anti-semitismo tenía fuertes raíces en Alemania, pero el anti-Semitismo político y racial que motivó el Holocausto comenzó en el área imperial y fue intensificado por la derrota en la Primera Guerra Mundial. El otro factor fue la invasión de la Alemania Nazi de la Unión Soviética, porque con ella, el gobierno de Hitler tenía el control sobre la mayoría de los Judíos del mundo. Con esto ahora recorreremos el destino de los Judíos de Europa desde el comienzo del ascenso del partido Nazi hasta el fin de la guerra.
Como ya hemos discutido, los Nazis eran un partido anti-Semita y utilizaron el anti-Semitismo como un arma política en la era de Weimar. Los Nazis tomaron el poder en Enero de 1933 y para Marzo de 1933 el primer campo de concentración abrió en Dachau, aunque originalmente fue diseñado para los principales oponentes políticos del régimen. También en Marzo de 1933 los Nazis organizaron boicots de los negocios judíos. Para 1935, con la aprobación de las Leyes de Nuremberg, todos los Judíos perdieron sus derechos civiles en Alemania. (Los Judíos eran definidos como cualquiera que tuviera un abuelo Judío.) En 1938, estas leyes fueron extendidas a Austria. En Noviembre 9 de 1938 los Nazis organizaron un ataque a toda la propiedad Judía en Alemania en un programa llamado Kristallnacht, que significa noche de cristal, en referencia a todos los pedazos rotos de ventanas de las tiendas Judías. En este punto, todos los Judíos prominentes estaban siendo enviados a la creciente red de campos de concentración en Alemania, como enemigos raciales y políticos.
Sin embargo el anti-Semitismo de la Alemania Nazi se volvió incluso más horrible después de la invasión de Polonia. Confrontados con grandes poblaciones Judías los Nazis ordenaron ejecuciones en masa al ejército, y comenzaron a experimentar con nuevas maneras de matar a la gente que se estimaban más eficientes que matar con balazos en la cabeza. El momento clave de la evolución del Holocausto fue sin embargo, la invasión de la Unión Soviética. Para el final de 1941, Alemania tenía todo el control de Europa del Este, y Hermann Goering, un prominente secuaz de Hitler, abogaba por una “solución final a la cuestión de los Judíos”. En este año, la asfixia por gas de los Judíos con el químico Zykon-B comenzó en Auschwitz-Birkenau, el infame campo de concentración en Polonia del Sur. A pesar de lo horrible que fueron estas matanzas, aun no reflejaban una política total de genocidio; eso vendría después. En Enero 20 de 1942, una conferencia fue sostenida fuera de Berlín en un lago llamado Wannsee. En esta conferencia los Nazis tomaron la decisión fatal de exterminar a todos los Judíos en Europa, que estimaban alrededor de los 10 millones. Después de esta reunión una red entera no nada más de campos de concentración, sino también de campos de muerte aparecieron en toda Europa, llevando nombres como Auschwits-Birkenau, Sobibor, Majdanek, y Treblinka. Esta distinción es significativa, ya que muchas de las víctimas del Holocausto (probablemente el 80%) fueron muertas en un periodo relativamente corto de 18 meses. El Holocausto también fue un proceso—uno que se volvió más intenso y mortal conforme la guerra progresó. Para el momento en que la Nazi Alemania fue finalmente derrocada, seis millones habían sido sistemáticamente muertas por ser Judías.
El mundo comenzó a oír de los horrores de estos campos a través de los Soviéticos que los liberaban día a día, durante su larga marcha a Berlín. Hasta hoy en día, no hay una explicación completa para los campos en sí, ni ha habido alguna manera de derivar algún significado de ellos, ni de la guerra en general. En el contexto de las confrerencias pasadas, uno puede decir que el Holocausto destruyó lo poco que quedaba de optimismo en Europa. Como un refugiado del Holocausto y miembro del Frankfurt School Theodor Adorno lo describió, “escribir poesía después de Auschwitz es barbárico”.
En cuanto a la guerra en general, ésta destruyó completamente lo que quedaba del poder Europeo. El colonialismo y el imperialismo que habían marcado el ascenso de Europa desde el siglo XVI había definitivamente terminado ahora, mientras que Francia, Gran Bretaña, y Bélgica en particular ya no podían mantener a sus imperios. (Por ejemplo, no es ningún accidente que el gobierno colonial Británico en India acabara justo después del final de la guerra en 1947.) Estos imperios habían sido valiosos recursos para el oeste, ya que les dieron material y hombres para el esfuerzo de la guerra. Muchos súbditos de los imperios reconocieron esto y comenzaron a ver la independencia como algo que deseaban lograr a través de sus esfuerzos. Hablaremos más acerca de la descolonización y del tercer mundo en otra sesión. Aún así, para regresar a la escena más grande, Europa había puesto el mundo a su disposición por última vez. En suma, 61 países pelearon en la guerra y 1.7 billones de personas, tres cuartos de la población total del mundo en ese momento, participaron de alguna manera. 110 millones de personas fueron movilizadas para el servicio militar. Un consenso aproximado ha emergido acerca de los costos de la guerra. El costo humano, sin incluir los seis millones de Judíos matados en los campos de muerte Nazi, es estimado en 55 millones de muertes, alrededor de 25 millones militares y 30 millones civiles. Mucha de esta guerra fue luchada en Europa, así que los costos económicos directos solo podían debilitar fatalmente el Continente. En otra ironía de la historia, fue Europa la que hizo de los Estados Unidos y la Unión Soviética dos superpotencias. Como los dos únicos poderes con reservas casi inexhaustibles, fueron los únicos que quedaron en pie cuando la guerra terminó, y era una competencia entre los dos Behemots que dominaban la política del mundo hasta hace quince años.
Y luego estaban los costos culturales de los horrores de la guerra. Alemania, que se había desarrollado en una de las culturas más admiradas del mundo en el siglo XIX, se había hundido en un barbarismo para el cual no existía ni explicación ni excusa. Además, muchas otras sociedades estaban implicadas en los crímenes de la Alemania Nazi a través de su colaboración en colectar y matar Judíos. Después de este terrible conflicto Europa perdió lo que le quedaba de la autoridad moral que alguna vez había poseído. La Noche de Ellie Wiesel les dará un sentimiento del horror y de las víctimas confrontadas y las dificultades que los Europeos luego tuvieron para procesarlas. Contemplar la guerra y el Holocausto significa que el optimismo del siglo XIX estaba oficialmente y afortunadamente muerto. La civilización Europea parecía tener poco que ofrecer. El único sentimiento verdadero que le quedaba a cualquiera era, como Jean-Paul Sastre lo puso, la nausea. La próxima sesión completaremos nuestra discusión de la Segunda Guerra Mundial considerando la guerra en el Pacífico y el nacimiento del mundo nuclear.

Sesión 23: El Fracaso de la Diplomacia

La semana pasada hablamos de los orígenes del fascismo y nuestros dos ejemplos clave fueron Italia y Alemania. Hoy, queremos unir nuestro entendimiento del fascismo con el comportamiento de Alemania de 1933 a 1945. Como ya hemos discutido, Alemania fue un poder revisionista de 1919 en adelante. En vez de integrar Alemania a un sistema de seguridad Europeo, el tratado de Versalles aislaba Alemania y inflaba con frecuencia las pasiones nacionales. Si Alemania hubiera sido tan poco poderosa como, digamos, Rumania, los efectos de Versalles no hubieran ocasionado ningún problema. Sin embargo Alemania era el estado más poderoso de Europa del Oeste, y una agenda revisionista solo podía causar problemas. Cuando el poder y las penas de Alemania se unieron a una ideología nacionalista agresiva, la inestabilidad Europea y mundial fue el resultado. Se supone que las cosas iban a ocurrir de otro modo. El Tratado de Versalles supuestamente acabaría con todas las guerras. No lo hizo, y la principal razón de este fracaso fue el estado Nazi. Cuando la guerra estalló en 1939, nadie en Europa, incluyendo a la mayoría si no es que a todos los Alemanes, quería otra guerra. Desafortunadamente, Adolfo Hitler entendía esta situación mejor que nadie, y como la cabeza de un estado poderoso y revisionista, estaba en posición de explotar las posibilidades que esto presentaba.
En 1933 Adolfo Hitler tomó el poder de un país que confrontaba problemas internos y externos significativos. Internamente su política y economía eran un desastre. Externamente, tenía una lista de quejas de política exterior. Hitler se ocuparía de todos los problemas de Alemania—de algún u otro modo. Internamente, Hitler alivió mucho de los problemas económicos de Alemania, por lo menos en el corto plazo. Para esto, utilizó programas de obra pública, un programa masivo de rearme y los judíos como chivos expiatorios para convencer a los Alemanes que él era su salvador económico. Sin embargo las políticas de Hitler eran insostenibles en el largo plazo, aunque mucha gente falló en reconocer este hecho. Y el efecto personal en los judíos de Alemania, que muchas veces eran patriotas asiduos, fue horrible. (Una de las ironías más viciosas de la historia es que al contrario de lo que los Nazis pudieron haber creído, un efecto de la unificación Alemana fue que los Judíos en Europa central y del este acogieron la gloria de la cultura Alemana completamente, convirtiéndose los más conservadores de los nacionalistas Alemanes. Por una parte, muchos Judíos estaban profundamente tristes de que el Imperio Alemán desapareciera. Por ejemplo había Judíos en Berlín, que celebraban el cumpleaños del Kaiser cada año, durante la era de Weimar. Por otra parte, los Judíos Alemanes cultivaban su propia jerarquía nacional dentro del nacionalismo Alemán. Los Judíos recién llegados de Europa del este que hablaban Alemán con un acento Yiddish y se apegaban a las tradiciones culinarias y de vestir eran llamados peyorativamente como Ostjuden, o Judíos del Este.) Dejando estas realidades de un lado, Hitler no se satisfizo con simplemente reacomodar Alemania de acuerdo a sus ideas dementes de raza; también quería trabajar de nuevo en el orden de la post-primera guerra mundial. Para entender como logró esto, debemos de ver los éxitos de su diplomacia y los fracasos de la diplomacia de sus homólogos.
Adolfo Hitler era un genio en cuanto a juzgar la fortaleza de la voluntad de otras personas. Entendía que nadie en Europa, y menos que nada los jefes de estado más importante, estaban dispuestos a retar sus demandas. En vez de enfrentarse a Hitler, los otros países respondieron tratando de entender la naturaleza de sus quejas, antes de darle todo lo que él quería. Esto fue conocido como una política de contemporización (appeasement) y supuestamente era la manera más racional de negociar. Para muchos políticos Europeos la guerra era el mayor mal de todos, lo que significaba que era mejor hablar y ceder que forzar la voluntad de uno y arriesgarse a ir a guerra. (El término contemporización tiene una historia interesante por si mismo. Antes de la Segunda Guerra Mundial tenía una connotación positiva. Después de la Guerra, claro esta, esta palabra ha tomado una connotación negativa. De todas las cosas que hacen los estados, no contemporizan, por miedo a que esto de por resultado incluso peores comportamientos). Así, Adolfo Hitler explotó brillantemente el deseo de las potencias Occidentales de prevenir la guerra a través de la amenaza constante de la misma.
En este ambiente diplomático, revisar las partes más onerosas del tratado de Versalles fue la primera tarea de la agenda de Hitler. Este primer gran paso ocurrió en 1933, cuando sacó a Alemania de la Liga de las Naciones. Alemania a penas había sido admitida en 1926 como parte de un acercamiento entre Alemania y Francia. Este fue un movimiento fatal para la Liga, ya que ahora le faltaba el estado más poderoso de Europa. (Ya desde antes le hacía falta la potencia más grande del mundo, los Estados Unidos, ya que el Senado de este país se había negado a ratificar su entrada a la Liga). El mundo ya había visto qué tan débil era la Liga, cuando Japón invadió Manchuria en 1931 y la Liga no hizo nada. Esto marcó la escena diplomática de los 1930s. La Unión Soviética ganó su admisión en 1934, pero para entonces Italia ya no iba a las reuniones del consejo, e incluso llegaría más lejos con su comportamiento. En 1935, Benito Mussolini mandó tropas a Etiopia, esencialmente retando a la Liga a hacer algo al respecto. No hizo nada. En 1939, la Unión Soviética invadió Finlandia y fue expulsado de la Liga de las Naciones por su comportamiento. A Stalin no le importó mucho, y veremos exactamente porqué próximamente.
Un ejemplo de la debilidad fundamental de la Liga fue sus relaciones con Alemania y la Unión Soviética. Alemania había sido cargada de responsabilidad por la Primera Guerra Mundial y le fue denegada su admisión a la Liga de las Naciones. Los Soviéticos por su parte, fueron rechazados por ser Comunistas. Ninguna de las otras grandes potencias querían negociar con un estado cuya ideología oficial llamaba al derrocamiento violento del sistema capitalista. Así, las dos potencias más grandes del Continente estaban aisladas y enojadas, una situación que ultimadamente los haría unirse. En 1922, Alemania y Rusia llegaron a una serie de acuerdos que ahora son llamados retrospectivamente el Tratado de Rapallo. La esencia del tratado era que los Alemanes ofrecían entrenamiento militar y experiencia industrial a los Soviéticos a cambio de entrenar sus ejércitos y probar sus armas en tierra Rusa. Así, aunque el ejército Alemán permaneció pequeño, sus tácticas se volvieron cada vez más letales, y cuando Adolfo Hitler aumentó el gasto militar en los 1930s, las fuerzas armadas Alemanas rápidamente se volvieron la primera fuerza guerrera del mundo.
En contra de este contexto podemos entender mejor las políticas agresivas de Hitler. Su primer paso después de abandonar la Liga fue ganar el completo control del territorio Alemán. En 1936, Hitler remilitarizó el Rhineland al mandar tropas Alemanas allí. El Tratado de Versalles había desmilitarizado el Rhineland, en respuesta al tan pronunciado deseo de Francia de asegurar sus fronteras. Esto fue la legacía del fracaso de Francia en 1870-1. Cuando Prusia unificó Alemania, un resultado práctico fue que los Franceses no podían hacerle frente al poder Alemán por si solos. Necesitaban aliados, y si les hacían falta en cualquier momento, tenían que escoger entre retroceder, o sufrir un fracaso militar.
Aún así, el movimiento de Hitler hacia el Rhineland a menudo es considerado como una de las grandes oportunidades perdidas en la historia de las relaciones internacionales. Aunque la situación estratégica fundamental estaba a favor de Alemania, la remilitarización fue una mentira (bluff) gigantesca. Hitler sabía que en ese momento Alemania no era lo suficientemente fuerte para oponerse a una respuesta bien orquestada de aliados. Las tropas Alemanas de hecho, estaban bajo órdenes de retroceder si veían la más mínima seña de resistencia. Los aliados, sin saber esto, no hicieron nada, y las tropas Alemanas entraron al área en medio de grandes fanfarrias.
El triunfo político de Hitler tuvo importantes consecuencias diplomáticas. Los Belgas eran un aliado Francés y habían acordado construir una extensión de la Línea Maginot a través de su país al mar. Sin embargo la falta de nervio Francesa y la gran presión diplomática Alemana, convencieron a los Belgas no tan solo de cancelar la alianza, sino también de dejar el proyecto Maginot. (En defensa de Francia, también debemos notar que los Británicos dejaron muy en claro que no estaban dispuestos a irse a guerra sobre la cuestión del Rhineland). El resultado fue que la gran red defensiva de Francia simplemente se detenía en la frontera Belga, lo que más tarde le facilitó a los Alemanes la tarea de circundar estas defensas e inmovilizar al ejército Francés contra sus propias defensas. Los Franceses simplemente pudieron haber completado la línea dentro de sus propias fronteras, pero aquí existían dos problemas. Primero, los Franceses temían que cortar a los Belgas podía echarlos a manos de los Alemanes. Sesgundo, Francia había desgastado sus finanzas completando la sección original, y las posibles consecuencias diplomáticas de completar este proyecto hacían parecer el costo excesivo.
Del Rhineland Hitler entonces se volvió hacia el próximo gran problema diplomático, Austria. Prusia le había negado a Austria un papel central en la política Alemana a través de su victoria en la Batalla de Königgrätz en 1886. Así, de 1886 hasta 1918, Austria era un estado multi-nacional centrado en una región de habla Alemana que estaba excluida de Alemania. Sin embargo después de la Primera Guerra Mundial, Austria-Hungría se dividió en una serie de estados más pequeños, de los cuales los más grandes eran Austria, Hungría, Czecoslovaquia, y Yugoslavia. Austria era ahora un estado enjaulado sin acceso al océano, y muchos creían que era demasiado pequeño y aislado para tener vitalidad económica. La impresión era falsa. Hoy Austria tiene exactamente las mismas fronteras y es bastante rico. Los problemas principales de Austria eran el Tratado de Versalles, que cargaba Austria con una cuenta de reparaciones que no podía pagar, y la crisis económica general de los 1029s.
Adolfo Hitler era, claro, un nativo de Austria y esto lo añadió a su embriagante sueño del gran Reich Alemán. Los problemas políticos y económicos de Austria lo hacían un blanco fácil; como Alemania de Weimar, había descendido al caos durante los 1920s y 30s, lo que empujaba la política Austriaca a los extremos, con ejércitos rivales de derecha e izquierda chocando en las calles de Viena. Un resultado de estos problemas fue la victoria del autoritarismo. Austria siempre había sido una región conservadora, pero durante los 1930s políticos como Engelbert Dollfuss crecieron creyendo que el autoritarismo era la única forma de salvar a Austria. Dollfuss era un miembro del partido conservador social Cristiano, y se volvió Canciller en 1932. Tomando prestado mucho del fascismo Italiano fundó una organización paraguas autoritaria llamada el Frente de la Tierra Paterna (Vaterländische Front) que supuestamente uniría a todos los partidos conservadores en contra de la izquierda. Dollfuss mantuvo a la izquierda bajo cierto control, pero no pudo hacer lo mismo con la derecha. Así como el partido Nazi se volvió el más poderoso en Alemania, también los Nazis Austriacos se volvieron los más fuertes de Austria. En 1934, los Nazis hicieron un golpe de estado y ejecutaron a Dollfuss. El golpe falló, porque Benito Mussolini forzó a Adolfo Hitler a repudiar a los conspiradores. El sucesor conservador de Dollfuss, Kart von Schuschnigg disfrutó de más éxito al principio en cuanto al control de la derecha, pero fue incapaz de mantener la independencia de Austria frente la presión Alemana. En 1936, el gobierno Austriaco firmó un acuerdo que unía su política exterior con la de Alemania. En Febrero de 1938, Schuschnigg fue a Berchtesgaden en intentando que Hitler parara de apoyar las conspiraciones Nazi en Austria. Adolfo Hitler humilló a Schuschnigg, demandando una serie de concesiones imposibles y salvajes, antes de mandarlo a casa. Schuschnigg trató de salvar su gobierno llamando a un plebiscito que pedía la unificación con Alemania. Sin embargo Hitler respondió rápidamente, ordenando una invasión en Marzo de 1938. Esto es a lo que los Alemanes llaman Anschluss: Austria ahora era parte del Reich Alemán. A pesar de la prohibición específica del tratado de Versalles acerca de esta unificación, los aliados no hicieron algo mientras que la Alemania Nazi revisaba los acuerdos territoriales de Europa.
Sin embargo al igual que antes, Hitler permanecía insatisfecho. Otro de los grandes problemas históricos que dejó la Primera Guerra Mundial fue la presencia de aproximadamente tres millones de Alemania en Checoslovaquia. Creada después del rompimiento del imperio Austro-Húngaro, Checoslovaquia era un estado multi-nacional que incluía a Checos, Eslovacos, y Húngaros, además de muchos Alemanes en una región montañosa conocida como Sudetenland. Aquí realmente se puede empezar a apreciar la genialidad de Hitler para manejar las apariencias como una táctica de negociación. Empezó haciendo amenazas vagas en contra del estado Checoeslovaco, imputándole cargos acerca de discriminación y violencia en contra de la minoría Alemana residente. Es aleccionador notar que Hitler en realidad nunca pidió nada ni amenazó con ninguna acción en específico. Esto hubiera hecho su posición una cuestión de negociación. No, en cambió se enfureció en contra de un estado vecino y esperó a que los aliados de occidente le dieran todo lo que él quería—cosa que pronto hicieron. A finales de Septiembre de 1938, Neville Chamberlain, el Primer Ministro Británico, voló a Munich y traicionó al estado Checoeslovaco en nombre de la paz. Junto con el Premier Francés, Édouard Daladier, Chamberlain le dio a Hitler todo lo que éste quería, cediendo la entera región de Sudetenland a Alemania. Chamberlain entonces regresó triunfantemente a Gran Bretaña presumiendo el tratado que él y Hitler habían firmado, proclamando que garantizaba la “paz en nuestros tiempos”. A cambio, los Checos obtuvieron una promesa de que los Británicos defenderían lo que quedaba de su estado. Era una promesa vacía.
Uno podría argumentar que Sudetenland estaba lleno de Alemanes y que sí éstos querían estar en Alemania se les debía permitir unirse a ella. (La determinación nacional, era finalmente, el principio básico detrás de los catorce puntos de Wilson, aunque no se aplicaba siempre). Pero no es relevante si había suficientes Alemanes en Sudetenland para justificar esto, ya que la verdadera determinación nacional era una imposibilidad práctica para los Alemanes. Sin el control de las Montañas de Bohemia, el estado Checo no tenía ninguna frontera de defensa. El cargo de Hitler de que los Alemanes eran gravemente maltratados era falso, aunque los Alemanes Sudeten sí tenían quejas reales, ya que los oficiales locales Checos abiertamente practicaban discriminación étnica en contra de la minoría Alemana. El descontento con su trato llevó a la aparición de un partido étnico Alemán llamado el Frente de Casa Alemán (Sudetendeutsche Heimatfront), bajo el liderazgo de un hombre llamado Honrad Heinlein. Heinlein activamente abogó por la anexión Alemana del Sudetenland y en 1935 su partido recibió 2/3 del voto Alemán Sudeten, convirtiéndolo en el segundo partido más grande de la Cámara Checa. Bajo presión doméstica y exterior, el gobierno Checo cedió a casi todas las demandas Alemanas y Sudeten, dándole una autonomía casi completa al Sudetenland. Desafortunadamente, no era posible alcanzar un equilibrio estable con Adolfo Hitler, especialmente después del Acuerdo de Munich. Anexar el Sudetenland no era la meta real de Hitler; quería toda Checoslovaquia. En marzo 14 de 1939, las tropas Nazi invadieron el resto de Checoslovaquia mientras que el Occidente de nuevo no hacía nada. Gran Bretaña no quería guerra, y Francia tenía miedo de confrontar a Alemania sola, así que permitieron que su aliado checo fuera desmantelado.
Alcanzado este punto debemos considerar como es que los triunfos de Hitler no tan solo lo envalentonaron a él sino también a todos los Alemanes. Hitler veía cada una de estas victorias como una vindicación de su visión y sus habilidades diplomáticas; esto es, su cabeza seguía creciendo. Domésticamente también, Hitler se veía cada vez más como un genio. Había remilitarizado la tierra Alemana, traído Alemanes distantes de vuelta al Reich, e incrementado el empleo, todo esto sin disparar un tiro. Un historiador incluso ha sugerido que si Hitler no hubiera ido a la guerra, hubiera sido considerado un jefe de estado incluso más grandioso que Bismarck.
Como ustedes ya saben, esto difícilmente era el final para Hitler, ya que el problema de Polonia todavía existía. Como parte del tratado de Versalles un estado Polaco con acceso al mar fue creado. Sin embargo el problema era que para darle a este estado acceso al mar, la nueva Polonia tenía que cruzar a través de territorios con mayoría Alemana, especialmente la ciudad de Danzig. Así, Prusia del Este fue separada de Alemania y Danzig fue declarado una ciudad internacional libre. La cuestión de Danzig era una espina real para los ojos nacionalistas Alemanes. No nada más se le quitaba territorio a Alemania, pero también se le daba este territorio a los Polacos, gente que los Alemanes nunca habían apreciado. El sentimiento era claramente mutuo. Los Polacos, orgullosos de su nueva independencia, se rehusaron a devolver al llamado Corredor Polaco, aunque en realidad no lo necesitaban. Así, el orgullo nacional impidió a ambas partes llegar a un acuerdo razonable.
Sin embargo este no era el problema real de Polonia. Una cuestión más grande era que tanto Alemania como la Unión Soviética tenían intereses en Polonia. En Agosto 23 de 1939, la Alemania Nazi y la Unión Soviética llegaron a un acuerdo que incluía un amplio espectro de materias, como el futuro de Polonia y la cooperación económica. El acuerdo tenía dos partes. La primera era un pacto de no-agresión que duraría diez años e incluía un tratado comercial bastante favorable a Alemania. El segundo rediseñaba a Europa del Este. Alemania se llevó 2/3 de Polonia, y Rusia el otro tercio, así como también los Estados Bálticos y Finlandia. Este acuerdo sorprendió al mundo. Enemigos mortales lo habían firmado. Que el Nazismo y el Comunismo, dos visiones del mundo totalizadoras y hostiles con una antipatía profunda mutua, pudieran firmar un acuerdo, confundió la visión del mundo de todos. Además, estos dos estados habían acordado desaparecer al estado Polaco del mapa una vez más, y no había nada que alguien pudiera hacer al respecto. En Septiembre 1 de 1939, Alemania invadió Polonia y ocupó aproximadamente la mitad del país. Inmediatamente después, la Unión Soviética invadió desde el Este no nada más ocupando el resto de Polonia, pero también viendo qué tan bien funcionaba el experimento de la libertad democrática en los estados Bálticos. Cuando Francia y Gran Bretaña respondieron con una declaración de Guerra, la Segunda Guerra Mundial oficialmente estaba en camino.
Los meses tempranos de la guerra son mejor caracterizados por dos palabras Alemanas, Blitzkrieg y Sitzkrieg. Blitzkrieg, o guerra de trueno, era un método de ataque que Alemania había perfeccionado durante la Guerra Civil Española, y que utilizaba bombardeos aéreos severos y concentraba el uso del blindaje. La Blitzkrieg de Alemania en Polonia fue salvaje y rápida, ya que los bombarderos Nazi y su artillería clavaron a las ciudades Polacas a la sumisión, y las columnas de armadura Alemanas deshicieron la valiente resistencia Polaca. La batalla por Polonia duró diez días.
Confrontados con otro acto de agresión sin escrúpulos, Bretaña y Francia se vieron finalmente obligados a luchar la guerra que sus políticas habían alentado. Sólo que de nuevo, ningún lado mostraba suficiente voluntad para luchar. En cambio, las tropas Británicas y Francesas se apelmazaban detrás de la línea Maginot, esperando que el ejército Alemán fuera derrocado en la complicada red de defensas. Así comenzó lo que los Alemanes llamaron Sitzkrieg, o guerra sentada, ya que los Británicos y los Franceses no hacían nada, mientras que los Alemanes en el otro lado del Rin esperaban hasta que el Wehrmacht y el Luftwaffe terminarán con Polonia en el Este.
Aunque no mandó tropas a atacar los Aliados de Occidente inmediatamente, Hitler se mantuvo ocupado en otras áreas. En Abril de 1940, lanzó ataques en Dinamarca y Noruega. Dinamarca no pudo ofrecer ninguna resistencia y se rindió inmediatamente. En Noruega, los Alemanes lanzaron una gran invasión anfibia, pero sufrieron fuertes pérdidas inicialmente, gracias a una determinada resistencia Noruega. Sin embargo el poder aéreo Alemán era tan abrumante que la resistencia Noruega se vino abajo en pocos días. En Mayo 9 y 10, Hitler volvió al oeste, invadiendo Bélgica, los Países Bajos, y Luxemburgo. Esta invasión le permitió a los Alemanes circundar la línea Maginot y cortar una serie de tropas Británicas y Francesas, que volaron a Dunkirk, donde fueron evacuadas en cualquier cosa que pudiera flotar. El fracaso del ejército Alemán para perseguir a las tropas a la playa fue un enorme error, ya que básicamente todos los ejércitos Franceses y Británicos fueron evacuados para luchar otro día. El equipo que los aliados dejaron detrás podía ser repuesto, pero los soldados muertos y los POWs no. La decisión de parar el avance retardaría el esfuerzo de guerra Alemán, aunque en Junio 14 las tropas Alemanas de todos modos entraron a París. En Junio22, Francia se rindió. El norte de Francia se volvió territorio ocupado y el sur se volvió un estado títere, gobernado por Marshal Pétain en la ciudad de Vichy.
El problema para Hitler ahora era, sin embargo, que los Británicos se negaban a darse por vencidos. Alemania no tenía ningún manera de invadir las islas Británicas, así que esperaba que los ataques aéreos obligaran a los Británicos a agacharse. Desafortunadamente para los Nazis, Winston Churchill se había vuelto Primer Ministro en Mayo 11 de 1940 y bajo su liderazgo eso simplemente no iba a ocurrir. Esto marcó el rumbo para lo que después se conocería como la Batalla de Bretaña. A los Alemanes les fue muy bien en las etapas tempranas de la Batalla. Los bombardeos aéreos Alemanes se concentraban en campos de aviación, fábricas y instalaciones de radar, cosa que debilitó bastante a los Británicos. Pero esto no estaba funcionando suficientemente rápido para el liderazgo Alemán, así que los Alemanes cambiaron de táctica, bombardeando las ciudades Británicas—bajo la idea de que una campaña terrorífica rompería la voluntad Británica. El cambio en tácticas permitió que los Británicos sobrevivieran, ya que ahora podían producir suficientes aviones para contrarrestar sus pérdidas, encontrar aviones Alemanes con sus radares, y despegar a sus propios aviones en campos aéreos que todavía funcionaban. Los Alemanes en contraste, estaban volando sobre territorio hostil. Para el verano de 1941, los Británicos claramente habían ganado esta batalla; como Napoleón antes que él, Adolfo Hitler se encontró con que conquistar Gran Bretaña era una tarea imposible. Prosiguió un empate estratégico que solamente sería alterado con la entrada de dos potencias más grandes a la guerra, los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dibujaremos estos eventos y lo que significaron en las siguientes dos conferencias.

martes, 22 de abril de 2008

Sesión 22: La guerra Civil Española

En 1898, España y los Estados Unidos estuvieron en guerra. El resultado nunca se puso en duda, ya que España había dejado de estar en la primera fila de potencias mundiales, y los Estados Unidos pronto estaría en ésta abiertamente. En el Tratado de Paris, que terminó la guerra, España renunció a todas sus posesiones en Cuba y cedió Guam y Puerto Rico a los Estados Unidos. Además, Estados Unidos pagó a España 20 millones de dólares para ganar el control de las Filipinas. Esta guerra marcó el final del largo declive Español hacia la impotencia política y económica, que había comenzado con la Paz de los Pirineos en 1659.
El declive Español estaba anclado en problemas estructurales de antaño en el imperio Español y su economía. El Imperio Español nunca fue tan comercial como el Británico o el Francés; siempre estuvo basado más en la extracción y la explotación que en el comercio. Más aún, España nunca se industrializó con el mismo vigor que otras potencias Europeas; se quedó muy atrás de Italia, por ejemplo, que era el más débil de los más importantes estados industriales de Europa. Así, con lo último de su imperio perdido, la economía de España virtualmente se colapsó. La inequidad en el ingreso bruto y la poca producción industrial y agrónoma dejó a España en un callejón sin salida, del cual no pudo escapar sino hasta que la Unión Europea financió su modernización en los 1990’s. La guerra con los Estados Unidos tuvo efectos significativos en la política Española. Después de la perdida, la monarquía constitucional de España parecía débil e inefectiva, y numerosas llamadas de izquierda y derecha extrema eran hechas a favor de un cambio político drástico. Esto no eran buenas noticias, ya que el gobierno monárquico constitucional de España ya había nacido a la inestabilidad. La constitución entró en vigor en 1878, después de un tumultuoso periodo de conflicto en el cual los liberales de múltiples vertientes y tradicionalistas rurales conocidos como los Carlistas pelearon por el control del gobierno. Los carlistas fueron finalmente reprimidos, pero la cuestión fue que el ejército Español se volvió cada vez más central en la política diaria Española, ya que la necesidad de orden comenzó a abrumar los deseos por una democracia liberal. El ejército aceptó la Constitución de 1878, pero durante las siguientes décadas buscó atentamente signos de debilidad. Una persona que veía de cerca era un joven militar llamado Francisco Franco. Franco venía de una familia naval y quería lograr una carrera en la marina. Desafortunadamente, los Americanos habían hundido la marina Española en el año de su nacimiento, lo que ocasionó que la Academia Naval redujera el número de admisiones. Así, en 1914, Franco escogió entrar a la Academia Militar, una decisión que tendría importantes consecuencias treinta años más tarde.
En 1902, Alfonso XIII llegó al poder entre promesas de mantener la constitución y lograr una reforma moderada. El problema era, sin embargo, que la constitución estaba siendo atacada de todas partes. Los ataques más fuertes venían de la izquierda, mientras Socialistas, Catalanes, y Vascos, todos querían una nueva constitución—aunque por diferentes razones. Los catalanes y los vascos, por ejemplo, ambos querían independencia de Madrid. A esta mezcla se añadían los Anarquistas y los Sindicalistas, ambos quienes querían echar al gobierno fuera. La única diferencia entre todos ellos era el método elegido para hacerlo. Estos dos movimientos más tarde se unieron, volviéndose una fuerza destructiva en gran parte porque no se intentaron dejar de usar violencia. Y claro que también existían los restos del derecho tradicionalista que había causado tantos problemas de 1830 a 1860. Así a principios del siglo XX, España vivió violencia en las calles de todo tipo, viniendo de todas partes y en contra de la constitución existente.
La inestable situación política entonces fue exacerbada por las presiones de las dos guerras, solamente una de las cuales España peleó. En 1909, Marruecos, la última colonia española, se levantó en rebelión, y los españoles instituyeron una leva militar. Esto ofendió una población que ya estaba agitada y llevó a gran parte del país al caos. Los Catalanes, por su parte, utilizaron el tumulto para ganar más autoridad provincial. Luego en 1914 la Primera Guerra Mundial estalló y el gobierno Español permaneció neutral. Esto tuvo tres efectos importantes. Primero, muchos vieron esto como una humillación nacional: la pelea más grande en el mundo estaba ocurriendo y los grandes conquistadores del mundo no participaban en ella. Segundo, España ahora entraba un periodo de rápida industrialización, ya que los Poderes Entente ordenaban grandes cantidades de materiales de los Españoles. Tercero, la industrialización creó en España, por primera vez, una clase trabajadora numerosa, lo que se volvió a su vez una fuente de agitación política. Esto fue particularmente el caso más tarde durante la guerra, ya que las presiones inflacionarias de Europa ocasionaron una caída en los salarios reales. Mientras tanto, la guerra en Marruecos no iba bien. La población de Marrueco no estaba tan interesada en la independencia sino más bien en alguna forma de autonomía gubernamental. Los políticos Españoles estaban dispuestos a negociar, pero los generales Españoles preferían una victoria militar, así que lanzaron otro ataque que resultó en una gran derrota y en una masacre. En 1921, los ejércitos locales destruyeron un ejército Español en la Batalla de Annual. Los líderes del partido opositor estaban decididos a usar la masacre en contra del gobierno real y el parlamento lanzó una investigación que iba a ser publicada. Antes de que pudiera ser pública, sin embargo, un general Español llamado Primo de Rivera planeó un golpe de estado y estableció una dictadura militar. El Rey Español Alfonso XIII apoyó el golpe, ya que estaba harto de que los políticos solamente trajeran desorden a España. La dictadura militar de Rivera fue tanto brutal como eficiente en su búsqueda por la estabilidad. El nuevo gobierno trabajó rápidamente para apaciguar las revueltas locales y huelgas. La represión fue extensiva. Gente tanto de derecha como de izquierda eran ejecutados rutinariamente a través de la asfixia. Las universidades fueron cerradas. Cataluña fue retomada. En Marruecos el gobierno mostró una mano de hierro similar. En Septiembre de 1925, las tropas Españolas arribaron en Alhucemas y derrocaron al líder principal, Abd el-Krim. Para 1927, España había ocupado todo Marruecos.
También se pusieron en orden políticas favorables a la Iglesia Católica para controlar mejor a la población. La Iglesia Española era una institución extremadamente conservadora. Dominaba la educación, lo que significaba que muy poca ciencia era enseñada en las escuelas Españolas, y que los pobres ni si quiera eran enseñados a leer. Todavía en 1927, los niños españoles eran enseñados que votar por los liberales los condenaría al Infierno. La iglesia Española también era dueña de muchas propiedades, controlando muchas granjas españolas e incluso 1/3 de la industria española. Así, las fuerzas revolucionarias en España no tan solo luchaban contra el estado sino también contra la iglesia. Cuando el gobierno finalmente cayó, mucha de la violencia estaba dirigida a la iglesia y sus propiedades.
El gobierno también buscaba estabilidad a través de las reformas económicas. Internamente trató de reformas las estructuras locales de gobierno y apoyó programas extensivos de obra pública para limitar el desempleo y mejorar la infraestructura podrida de España. Rivera también trató de ayudar a los negocios protegiendo las industrias locales. Pero también le hizo un gran daño a los negocios locales a través de un gobierno burocrático entrometido. Mas importante quizás, Rivera tuvo suerte. Durante los primeros años de su gobierno una expansión económica que tuvo lugar en toda Europa incrementó la demanda por productos Españoles. Sin embargo cuando la depresión económica pegó, Rivera fue innecesario. Tanto el gobierno como el rey lo abandonaron, y en Enero 28 de 1930, fue forzado a resignar. Alfonso XIII ahora tenía pocas opciones. Su apoyo a la dictadura lo hicieron extremadamente impopular, y los subsiguientes regimenes militares del General Dámaso Berenguer y el Admirante Juan Bautista Aznar eran demasiado débiles para mantener el orden. Planes para derrocar a la monarquía proliferaban entre los políticos liberales y el ejército. Luego las elecciones municipales se llevaron a cabo en Abril de 1931 y mostraron que el sentimiento popular se estaba volviendo Republicano. Alfonso abdicó y dejó España en vez de luchar una guerra civil.
Así, en 1931, España se volvió una República por segunda vez. (La primera República había ocurrido de 1873 a 1876). En las nuevas constituciones, a los catalanes se les otorgó su tan anhelada autonomía, y un fuerte programa de reforma agraria se llevó a cabo. Desafortunadamente, esto no produjo una estabilidad de largo plazo. La violencia anarco-sindicalista continuó plagando la vida pública, y la economía Española no tenía la suficiente fuerza para proveer un crecimiento constante. Adicionalmente, un contragolpe anti-religioso alejó a muchos Católicos del nuevo gobierno. A los católicos no se les permitía tener puestos en el nuevo gobierno y a todos los grupos religiosos se les prohibía involucrarse en cualquier tipo de negocio. Irónicamente, la extensión del voto constitucional a las mujeres también ocasionó problemas. Tradicionalmente, la iglesia Española era una de las pocas opciones para las mujeres que se quisieran involucrar en la vida pública. Así, los ataques del gobierno a la Iglesia, alejaron a las mujeres españoles del nuevo gobierno. Además, el gobierno también toleró una serie de incendios a las iglesias en 1931, lo que enfureció incluso a los políticos moderados. Un resultado de este enfurecimiento fue la creación de un partido paraguas conservador llamado CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Estos dos factores tuvieron un efecto significativo en el siguiente par de elecciones, al ser elegidas mayorías conservadores, hecho que impulsó a la extrema izquierda para involucrarse en aún más violencia. España, como Italia y Alemania en los 1920s se volvía cada vez más polarizada políticamente. Un ejemplo de esta polarización es la batalla creciente entre los Anarco-Sindicalistas y los grupos de derecha. En 1932, José Antonio Primo de Rivera (el hijo del dictador) fundó Falange, el partido fascista de España. Este partido se vio involucrado en una serie de operaciones terroristas en contra de los Anarco-Sindicalistas, haciendo los problemas de violencia callejera en España incluso peor. El ascenso de violencia en el ala derecha luego culminó en otro intento de golpe de estado en Agosto 10 de 1932, en Sevilla por el general Español José Sanjurgo, que fue exitosamente controlado. Al mismo tiempo sin embargo, el gobierno Republicano confrontaba una serie de problemas incluso más serios en la izquierda, al dejar la coalición gobernante los Españoles Socialistas, por estar cansados de tener que negociar con los liberales. En las elecciones de Noviembre de 1933, la izquierda se partió en sus divisiones de Comunistas, Anarquistas y Socialistas duros, mientras que bajo el paraguas del CEDE cada vez se unificaba más.
En Octubre de 1934, los mineros de Asturias se levantaron en una rebelión en contra de la victoria electoral conservadora. Este fue un momento crucial en la historia Española, porque determinó el paisaje político para el resto de la república. Por una parte, el miedo a una Rebelión Roja ahora galvanizaba a la derecha y llevaba al gobierno conservador a reprimir brutalmente a los huelguistas. La izquierda respondió creando su propia organización paraguas, el Frente Popular, que expresamente se oponía al fascismo. Así que ahora tanto extrema izquierda como derecha estaban representadas por grupos paraguas, mientras que el apoyo para el centro político desaparecía. En las elecciones de 1936, el frente popular ganó una victoria muy estrecha sobre la derecha. El resultado en la política fue que el gobierno se involucró en más reformas agrícolas, y le dio autonomía tanto a Cataluña como al territorio Vasco. Como si esto no fuera suficiente para enfurecer a la derecha, el Frente Popular también era hostil a los negocios, lo que deprimió la economía Española y resultó en un desempleo mayor. El resultado fue más inestabilidad y mayor violencia. Los de derecha llevaron a cabo una campaña de terror en contra del gobierno. Los Comunistas se negaban a otorgar su apoyo al nuevo gobierno, ya que querían una revolución completa. En el campo las cosas estaban fuera de control, ya que los campesinos Españoles espontáneamente tomaron toda la tierra que pudieron. Asesinatos políticos también proliferaron: mucho antes de que la Guerra Civil comenzará de hecho 269 personas prominentes habían sido asesinadas por enemigos políticos.
En Julio 17, 1936, el gobierno Español había perdido claramente el control de la situación y el ejército se movió para tomar el poder. El ejército quería tomarlo rápidamente y de un solo golpe, pero tenía un problema: el ejército Español estaba en Marruecos y la marina Española simpatizaba con la izquierda política, lo que significaba que las tropas estaban atoradas donde estaban. La resolución a este problema vino de Alemania y Portugal. Adolf Hitler mandó aviones de carga a Marruecos que luego volaron las tropas de regreso a España, y el dictador Antonio Salazar de España permitió que ayuda saliera de su país. El ejército arribó en España esperando ganar fácilmente, pero fueron sorprendidos por levantamientos grandes de trabajadores en las principales ciudades de España en contra del golpe. Cuando el humo se limpió, España estaba dividida en dos, con las fuerzas Nacionalistas, lideradas por un general de treinta años llamado Francisco Franco, controlando las fuerzas del Oeste y las fuerzas Republicanas (o del gobierno) controlando el Este.
El empate en España invitó a la intervención de las potencias más importantes de Europa. España estaba en una posición estratégica para todos. Gran Bretaña quería acceso a los recursos naturales de España, especialmente sus reservas de hierro. (Esto era una historia de antaño, ya que los Romanos y los Cartaginenses también deseaban estas reservas). Francia quería un gobierno amigable en sus fronteras, y como el gobierno Francés estaba liderado por el socialista Leon Blum, un gobierno de izquierda era un aliado natural. Alemania Nazi, por su parte, quería encerrar a los Franceses al instalar un gobierno hostil en Madrid. Italia quería un gobierno conservador en España por asuntos prácticos de política y también como una oportunidad para ganar prestigio en política exterior. Finalmente la Unión Soviética, que era todavía un paria diplomático, quería por lo menos un gobierno de izquierda en España, sino se podía un Comunista.
Al final sin embargo, tan solo los gobiernos Alemán, Italiano, y Soviético, proveyeron asistencia real. Este fue un problema más grande para la izquierda Española que para la derecha. Gran Bretaña estaba bajo una administración conservadora que encontraba repugnante la idea de ayudar un gobierno pro-comunista. En Francia, Blum estaba bajo ataque del ala derecha de Francia y no estaba en cual ninguna posición para ofrecer apoyo. Y luego la ayuda de la Unión Soviética no era demasiado útil. Las fuerzas soviéticas volaban aviones, manejaban tanques, y ofrecían consejos logísticos, pero estaban bajo órdenes estrictas de no involucrarse en batalla. Además, los soviéticos le vendían material a los Republicanos, en vez de donarlo, demandando oro como pago. Esto vació las reservas de oro de los Republicanos justo en el momento en el cual las necesitaban más.
Los Alemanes y los Italianos sin embargo, proveyeron apoyo directo. 12’000 tropas Alemanas fueron enviadas a España, y los Alemanes proveyeron cerca del 80% del poder áreo Español. Los Alemanes estaban especialmente interesados en probar su equipo y sus técnicas de batalla, ya que a diferencia de los Franceses y los Británicos, no tenían ningún imperio colonial que pudiera ser utilizado como un campo para entrenar al ejército. La más infame de estas pruebas fue el bombardeo de Guernica en Abril de 1937. Este bombardeo fue mucho menos destructivo de lo que se esperaba, pero se volvió un icono anti-fascista, particularmente con la presentación del famoso cuadro de Pablo Picasso. Los Italianos por su parte, mandaron 70’000 tropas, quienes oficialmente eran voluntarios, para luchar en el lado nacionalista, aunque fracasaron miserablemente. También hubo otra fuente de apoyo externo, intelectuales foráneos y activistas que se unieron a las Brigadas Internacionales. Cerca de 40’000 escritores extranjeros, pensadores, periodistas, y activistas corrieron a España a luchar en contra del fascismo. Entre las personas que formaban este contingente estaban Ernest Hemingway, W.H. Auden, y George Orwell. La guerra difícilmente fue un asunto glorioso. En Homenaje a Cataluña (1938) George Orwell ofreció una imagen lúgubre de la guerra, describiéndola tanto como aburrida como sangrienta, marcada mucho por las peleas internas como por las enfrentamientos militares en el lodo. Durante 1937 y 1938, 500’000 personas murieron antes de que los Nacionalistas lograran tomar fuertes Republicanos en Barcelona y Madrid a principios de 1939.
El final de la guerra fue rápido. Después de derrocar a sus oponentes, Franco mandó a los Alemanes y a los Italianos a casa y mantuvo una neutralidad diplomática estricta en el conflicto posterior. Esto fue en gran parte debido a las particulares circunstancias políticas de España. Franco pudo haber sido de derecha, pero no era un fascista y no se clamaba ninguna conexión espiritual al fascismo mundial. En vez, era un líder autoritario de una coalición conservadora que incluía a fascistas, a clérigos, aristócratas, monarquistas, carlistas, y militares. El lado Repúblicano era igual de diverso. Su coalición era conformada por liberales, socialistas, anarco-sindicalistas, Vascos, Catalanes, y Comunistas. Si los comunistas o los fascistas hubieran logrado obtener el control del gobierno Español, las cosas hubieran sido mucho peores para España en los siguientes años. Sin embargo irónicamente, la naturaleza fragmentada de la política Española también proveyó la justificación para la represión política continua. Franco no vio otra manera para escapar la coalición más que la dictadura. Manteniendo las diferentes facciones en linea, de derecha a izquierda, mandaba a España, con fuerza. Y su forma de política dominó la vida pública Española hasta 1975, cuando Franco murió.

lunes, 21 de abril de 2008

Sesión 21: Mussolini y Hitler: Dictadores como los Íconos de la Modernidad

El Fascismo fue una cultura global y un fenómeno político de los 1920s y 30s. Como el Comunismo, era una reacción a la crisis del Liberalismo que ya hemos discutido, precipitándose al vacío cultural dejado por la Gran Guerra. Aunque comenzó en Europa central y del este, eventualmente se extendió alrededor del mundo a muchos países diferentes y tradiciones nacionales. Ampliamente, el fascismo fue un movimiento político de masas que dominó Europa central, del sur, y del este, entre el periodo de 1919 y a 1945, y que también tuvo un apoyo significativo en Europa del oeste, África, el Medio Oriente y Norte y América del Sur. El fascismo nunca fue un movimiento ideológico, pero sus componentes nacionales individuales compartieron un número de características importantes. Primero, todos los movimientos fascistas estaban basados en la nación. Segundo, todos los movimientos fascistas contenían un elemento del socialismo. Tercero, todos los movimientos fascistas eran populares, enfatizando la preocupación del estado por el bienestar de su pueblo. Cuarto, todos estos movimientos oficialmente no tenían clases sociales; es decir, el fascismo adoptó del comunismo el sueño de una sociedad sin clases, pero lo vistió con una retórica nacionalista. Quinto, los movimientos fascistas estaban todos centrados en un solo líder. Los dos líderes más famosos son, claro está, Adolf Hitler y Benito Mussolini, y sus caminos respectivos serán la base para la sesión de hoy.
Comenzaré con Italia, ya que el Fascismo se originó allí. Nuestra primera pregunta es, por lo tanto, ¿Porqué Italia? ¿Qué tenía la situación Italiana que propiciaba este tipo de política? Debemos comenzar considerando la unificación tardía de Italia. Unificada hasta 1870, Italia tenía que aprender muchas cosas al entrar al escenario mundial, y su desarrollo político y económico fue condensado en un tiempo relativamente corto. Así, como discutí en la sesión acerca de la unificación Italiana, las formas tradicionales de la organización social fueron tambaleadas por la nueva economía, lo que significaba que el país estaba en problemas antes de que el fascismo llegara. A esto le debemos añadir la débil constitución de Italia. Producto de muchos compromisos, la constitución de la post-unificación proveía una débil monarquía constitucional y un cuerpo legislativo elegido a través de la representación proporcional. Ya hemos visto las dificultades de la representación proporcional en nuestra discusión de Weimar. Las cosas no estaban mejor en Italia, donde encontrar un consenso político era difícil. Hubo así una sucesión rápida de gobiernos después de 1870, y la política de Italia descendió al extremismo político.
Además, debemos mencionar los problemas más amplios del nacionalismo y el imperialismo. Como Alemania, Italia entró al juego imperial tardíamente, y tampoco lo jugaban muy bien. En 1881, los Franceses y los Británicos frustraron las ambiciones Italianas en Tunisia. (Esto, como ustedes recordarán, fue el comienzo de la gran “Repartición de África” (“Scramble for Africa”). En 1896, desesperados por tener una colonia Africana, Italia invadió Etiopía y fue derrocado por defensores nacionales. Estos dos eventos fueron una gran vergüenza para Italia, pero revelaron una verdad: Italia no tenía los recursos económicos necesarios para jugar el juego internacional. Aún así, Italia trató de jugar repetidamente el juego y perdía cada vez, lo cual irritaba el nacionalismo herido de Italia aún más, haciéndola tanto inestable como agresiva. No es ningún accidente que Mussolini emprendiera su propio programa de expansión colonial después de tomar el poder en 1922.
Italia también sufrió de debilidad en su cultura política. La política democrática en Italia era famosa por su venalidad y corrupción. Al mismo tiempo, los Italianos describieron su sistema político con dos términos: combinazione y transformismo. Los dos eran peyorativos. Combinazione se refería a que tan poco en realidad había cambiado cuando los nuevos gobiernos eran elegidos. Los políticos Italianos tenían una vieja política de comprar la oposición con mordidas o puestos. Esto significaba que el cambio en el gobierno casi no ocurría, ya que la misma gente aparecía en los nuevos gobiernos. Esta política de soborno universal y extensivo era lo que los Italianos llamaban transformismo. Así, uno podía transformar un oponente político en un amigo al comprarlo. Viendo todo esto, la persona común era forzada a concluir que la elite política meramente intercambiaba favores, en vez de ofrecer alternativas genuinas. Uno puede ver como los Italianos se volvieron cínicos acerca de la política.
Encontramos un buen ejemplo del problema en la carrera de Giovanni Giolitti. Giolitti era una fuerza política poderosa al principio de siglo en la política Italiana, y su tipo de política enfatizaba fuertemente la corrupción y la violencia como medios para influencias las decisiones políticas. La reputación de Giolitti para usar conexiones personales y hacer negociaciones secretas incluso inspiraron una nueva palabra, giolittismo. Giolitti se convirtió en el primer ministro Italiano en 1892, pero inmediatamente se vio envuelto en un gran escándalo banquero que también implicaba a otros políticos Italianos. Estaba fuera de su puesto en 1893, pero se quedó en la política y tuvo un fuerte pleito con su sucesor, Francesco Crispi, que lo ayudó a derrocar a este gobierno en 1896. Aquí sin embargo, podemos empezar a comprender las actitudes de los Italianos hacia el gobierno, ya que Giolitti seguía regresando. Fue ministro de interior a una 1901 a 1903, y de nuevo primer ministro de 1903 a 1905. Renunció por una disputa laboral, pero se aseguró que un aliado político suyo estuviera en su lugar de 1905 a 1906. En 1906, regresó de nuevo como primer ministro, renunciando de nuevo en 1909. En 1911 regresó y comenzó una guerra con Turquía, que terminó en 1912 con Italia tomando Libya. En 1914, renunció otra vez. Para 1920, otra vez era primer ministro, y durante su administración toleró fascistas Italianos, no porque el fuera uno de ellos, sino porque su gobierno necesitaba de los fascistas para permanecer en el poder. En 1921, renunció de nuevo como primer ministro y dio apoyo moderado a los fascistas, aunque después lo tuvo que quitar. Parece que Giolitti quería regresar al poder político después, pero los fascistas lo tomaron en 1922, finalmente cerrándole las puertas a su carrera.
Ahora podemos entender más claramente, quizás, el anhelo popular para algo diferente, porque entre todos los supuestos cambios, nada parecía cambiar. En este contexto, vemos el desarrollo de los movimientos hiper-nacionalistas y también el deseo para un futuro diferente. Un ejemplo cultural de este deseo era el Futurismo, un movimiento artístico Italiano que enfatizaba la energía, el poder, la velocidad, y la violencia, en vez de los sentimientos o los conceptos filosóficos abstractos. Como otros movimientos que hemos discutido, sus raíces datan de antes de la Gran Guerra. Fue oficialmente anunciado en Febrero 20 de 1919, en un manifesto publicado en el periódico Parisino Le Figaro por un escritor Italiano llamado Filippo Tommaso Marinetti. Marinetti acuñó el término Futurismo, queriendo con él ir más allá de lo estático y llevando el arte a un futuro llenó de movimiento y energía. El Manifesto enfatizaba la reciente explosión de progreso tecnológico, glorificando cosas como la velocidad y el poder del automóvil. Marinetti también elogiaba las virtudes de la violencia y el conflicto, llamando a la gente a repudiar instituciones como museos y todos los valores tradicionales que ataban a la gente con el pasado. Marinetti se había vuelto el centro de un breve pero poderoso movimiento artístico que siempre anhelaba más, aunque nunca parecía estar seguro de qué más. Algunos Futuristas se volvieron fascistas, y no es ningún accidente que el movimiento Futurista se volviera el arte oficial de los fascistas.
Ahora podemos regresar a Benito Mussolini. Antes de la Primera Guerra Mundial, Mussolini había sido un socialista. Había editado el periódico socialista Avanti y estaba abiertamente en contra de la guerra Italiana con Turquía, llamándola una conspiración capitalista. Pero durante la Primera Guerra Mundial, él—como otros que también fueron al frente—se volvió un nacionalista extremo. En una historia que hemos oído antes, el servicio durante la guerra de Mussolini lo dejó alienado de la sociedad de post-guerra. En particular, estaba decepcionado de que tan poco Italia había sacado de Versalles. Todos estos factores hicieron de él un candidato ideal para convertirse en el oponente del status quo. Después de 1919, se movió hacia el sindicalismo, un tipo de socialismo que enfatizaba la organización de sindicatos y huelgas como una manera de controlar los sistemas económicos de la nación. En este punto Mussolini era todavía un socialista, pero el sindicalismo le permití incluir el nacionalismo con el socialismo. Este fue el primer paso real hacia un nuevo y peligroso camino político.
En 1919, Mussolini fundó un nuevo movimiento que llamó Fasci di Combattimento (Grupos de Pelea). Tomó el nombre y el símbolo del partido de un antiguo emblema Romano en el cual un puñado de varas está atado alrededor de dos hachas. Esto era un símbolo apropiado, en tanto que estresaba la violencia y la conformidad a un grupo más grande. Desafortunadamente para muchos Italianos, de igual manera en el cual no hay lugar entre las varas, tampoco había lugar en la Italia fascista para aquellos que no concordaban con los fascistas. En este aspecto, el oportunismo de Mussolini fue impecable, ya que 1919 fue un año tumultuoso para Italia. Los campesinos y los trabajadores se levantaron en varias partes del país en contra de la privación económica de la post-guerra. Así, los fascistas, que tenían su ejército privado y estaban más que dispuestos en tirar cabezas, fueron vistos como la única esperanza para restablecer el orden en Italia.
Para Marzo de 1922, presintiendo que tu tiempo había llegado, Mussolini organizó lo que llamó su “Marcha sobre Roma”, enviando a 17’000 fascistas a Roma para tomar el poder. El gobierno se colapsó y Mussolini simplemente asumió el control político. Para 1924 había escrito una nueva constitución que eliminaba tanto al rey como al parlamento y ponía al país entero bajo el gobierno de un tal “Gran Consejo Fascista”. La violencia se volvió cada día más central en la vida cotidiana de Italia, ya que Mussolini y los fascistas encarcelaban o simplemente mataban a golpes a sus oponentes políticos. Luego, durante los 1930s, después de haber acabado con sus enemigos internos, Mussolini probó la aventura en política exterior. En 1935, mandó tropas Italianas a Etiopia, que utilizaron gas tóxico (posion gas) en contra de los defensores nativos para vengar la derrota anteriormente sufrida por Italia. Una emergente relación con Adolf Hitler entonces hizo a Mussolini incluso más agresivo y peligroso. Entre 1936 y 1939 intervino en la Guerra Civil Española, y en 1940, le declaró la guerra a Francia. Este fue el error final de Mussolini, ya que llevó a Italia a una guerra que no podía ganar. Para 1940. Italia había sido reducido a un apéndice de un estado fascista Alemán mucho más grande y mucho más peligroso.
Ahora, volteamos al otro ejemplo del fascismo, la Alemania Nazi. Alemania ofrece algunos paralelismos significativos a la situación Italiana. Como ustedes saben, hubo una gran desilusión entre los Alemanes acerca del resultado de la Primera Guerra Mundial. El desajuste económico de los años de entre guerra hirieron fatalmente la poca credibilidad que le quedaba al gobierno democrático de Weimar. Había claro, de todos modos, una diferencia significativa. La Alemania Nazi estalló una ola creciente de anti-Semitismo que databa de las dificultades económicas de los 1870’s. Mussolini nunca necesitó del anti-Semitismo para ganar el poder. En Alemania sin embargo, cuando los problemas económicos se volvieron totalmente inmanejables, los Nazis fueron capaces de usar el anti-Semitismo como un principio organizador. Así, Alemania era un estado inestable y problemático—una receta fatal para un estado que tenía un gran potencial económico. En este entorno, debemos colocar a Adolf Hitler. Hitler fue nacido en Branau am Inn, un pequeño pueblo localizado al norte de Austria. Su padre, Alois, era un hombre distante y se murió cuando Adolf era joven; su madre, Clara, lo consentía. En 1909, Adolf Hitler se mudó a la gran ciudad de Viena y trató de entrar a la escena del arte de Viena. Falló dos veces para ganar su admisión a la prestigiosa Academia de arte de Viena. (Deben recordar aquí que junto a Berlín, Munich, y Dresden, Viena se había vuelto una ciudad líder en las artes en el mundo).
Viena es particularmente importante para entender a Adolf Hitler, porque aquí fue donde primero fue expuesto a ideas políticas anti-Semitas. Durante fines del siglo XIX y principios del siglo XX, Viena cambió dramáticamente, al emigrar una cantidad de Judíos y Eslavos de todo el Imperio Austro-Húngaro en busca de trabajo. El cambio demográfico encendió un movimiento nativo, que tenía fuertes tonos racistas y anti-Semitas. El ejemplo más famoso de la importancia de este movimiento es la carrera del antiguo alcalde de Viena, Dr. Kart Lueger, que no se pensaba a sí mismo ni como un racista ni como un anti-Semita, pero que de todos modos era capaz de explotar estas tendencias para mantener a su partido, la Unión Social Cristiana, en el poder. Fue mientras que Lueger estaba en el poder que Hitler primero experimentó el poder del anti-Semitismo.
En 1913, Adolf Hitler dejó Viena para ir a Munich, donde vivía una vida de artista pobre, pintando postales para vender. En el verano de 1914 su vida cambió con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Hitler había sido denegado la admisión al Ejército Austrialiano al principio de ese año, debido a su baja estatura. Pero después del estallido de la guerra, se enlistó al ejército Alemán. Hitler era un soldado valiente, trabajando principalmente como mensajero en las líneas del frente. Durante el combate ganó dos cruces de hierro por valentía, una de las cuales era de “primera clase”, una distinción inusual para un cabo. Cuando Hitler regresó a Munich después de la guerra, como muchos otros, se encontró con un mundo con el cual no podía conectarse.
En 1919, Adolf Hitler entró a la política, uniéndose a un nuevo partido, el Partido Alemán de los Trabajadores (DAP), fundado por Anion Drexler. Hitler era un gran orador y colector de fondos para el partido. Para 1920, era uno de los líderes del partido, incluso estableciendo lo que serían los principios fundamentales del partido. En Abril de 1920, bajo el liderazgo de Hitler, el partido cambió su nombre al Partido Nacional Socialista de los Trabajadores (NSDAP), y personalmente escogió el emblema del partido, la swástica. También es importante la adquisición del periódico “Völkischer Beobachter” (El Observador de la Gente) en este mismo año, porque servía para distribuir propaganda Nazi. En 1921, Hitler asumió el control completo del poder, trayendo consigo una disciplina y una organización moderna a un partido que hasta ese entonces, había sido conformado por una bola de borrachos. Fue durante este tiempo que atrajo un cuerpo interno de aliados cuyos nombres se volverían infames: Hermann Goering, Rudolf Hess, Alfred Rosenberg, y Julios Streicher.
En 1923, Hitler y el ex General Prusiano Erich von Ludendorff llevarón a cabo el “Beer Hall Putsch” en Munich, declarando al gobierno de Weimar desposeído y tratando de tomar el control de la ciudad. A diferencia de Italia, el gobierno luchó en contra, arrestando a los conspiradores y juzgándolos por traición. Sin embargo como hemos visto, el sistema legal de Alemania no representaba cual ninguna amenaza para los extremistas de derecha, y Hitler solo fue sentenciado a cinco años en cárcel, de los cuales cumplió meramente seis meses, y eso en el confort relativo de un castillo. Estos seis meses sin embargo fueron cruciales y le dieron a Hitler el lujo de dictar su texto infame “Mein Kampf”, una larga letanía en contra de una larga lista de enemigos imaginarios.
Aunque Mein Kampf difícilmente fue la clave del éxito de Hitler, sí ofrece una idea temprana de la visión del mundo que más tarde causaría tanta destrucción. En la visión de Hitler había una jerarquía básica de razas, con los “Arios”, claro está, arriba de todos. La gente (Volk) eran la unidad básica de la humanidad, y el estado servía a la gente. Weimar no servía a las necesidades del Volk. Incluso peor, era democrático, lo que significaba que votantes individuales determinaban la política, y el individuo era completamente inútil y sin importancia para Hitler. Para él, solo un líder único (Führer) podía llevar a la gente a la grandiosidad.
Claro, ustedes se imaginan, Hitler también le apuntó a la otra visión totalizadora del mundo, al Marxismo. Si la democracia era mala, el Marxismo era la malicia pura. Internacionalista y basada en clases, no tenía ningún lugar para las razas. Además, ya que muchos Marxistas prominentes en Alemania y en la Unión Soviética eran también Judíos, Hitler perseguía a los Judíos mientras que atacaba a los Marxistas. Ustedes ya habrán notado que esta es una posición muy poco consistente, ya que la ideología de Hitler también veía a los Judíos como parásitos capitalistas. Esto era una contradicción, pero la coherencia no era la preocupación más importante de Hitler. Cuando Hitler regresó a las calles después de que su sentencia de cinco meses se cumpliera, lo hizo habiendo aprendido una lección muy importante. El poder no podía ser tomado por la fuerza, pero debía ser adquirido a través de medios legales. Entre 1924 y 1932 Hitler hizo de su partido una organización grande y nacional. Mucho como lo hicimos en Weimar, podemos considerar que el ascenso al poder de los Nazis tuvo diferentes etapas. La primera etapa fue de 1924 y 1928. Este fue un tiempo difícil para los Nazis, ya que la prosperidad económica creciente les hacía difícil conseguir votos. Entre 1924 y 1928 la cuenta del voto Nazi bajó de los dos millones a los 800’000, dejándoles con tan sólo 12 asientos de los 491 del Reichstag. Sin embargo durante la segunda fase, entre 1928 y 1932, el crecimiento del partido fue explosivo, ya que el caos social y económico ocasionado por la caída de la bolsa le ganó votos al partido. Mientras que el crédito del mercado se secaba en Alemania, despidos masivos ocurrieron y muchos de los desempleados se volvieron hacia los Nazis. En 1930, los Nazis tenían alrededor de 6.4 millones de votos, convirtiéndose en el segundo partido más grande después del Partido del Centro.
Aquí debemos considerar como exactamente los Nazis fueron capaces de tomar ventaja de esta situación inestable. Los Nazis lograron estilizarse como el partido del futuro. Los Nazis utilizaban ralléis en masa, música, discursos, banderas, y pósteres para impactar a su audiencia. Estas eran técnicas políticas pioneras y muchas de ellas se siguen utilizando hasta la fecha. El mensaje no era tanto el contenido político, sino más bien el sentimiento de que el partido estaba donde se desarrollaba la acción. Los Nazis hicieron de la política un evento social divertido, con mucha cerveza y salchichas para todos.
Claro, estas no son las únicas razones por las cuales el partido fue tan exitoso; también le hablaban directamente a las preocupaciones económicas de la gente. A los trabajadores les prometían empleo completo, y cuando entraron al poder cumplieron. La construcción de las carreteras (Autobahn) es un ejemplo. En 1934, 52’000 gentes estaban trabajando en el proyecto, y esto era solo el comienzo de los proyectos organizados por el gobierno. Los Nazis también hablaban a los granjeros, prometiéndoles apoyarlos con sus granjas. También le prometieron a las clases media y media baja de Alemania un mundo económico más estable, donde el dinero retuviera su valor. La centralidad de las preocupaciones económicas es importante aquí, porque la economía abrió la puerta para la despiadada política anti-Semita. El trabajador promedio o dueño de un negoció estaba muy asustado de los manipuladores del mercado y los especuladores, gente que competía injustamente y no producían nada. Esta gente eran, en sus mentes, usualmente Judíos, ya que los Judíos tenían una larga historia en los mercados financieros, y ya que los Nazis jugaron con estos miedos, alentando a la gente a culpar a los especuladores Judíos de sus problemas.
Mientras que tomamos nota de los problemas de los cuales se ocupaban los Nazis en sus plataformas políticas, también debemos tomar nota de otro problema que los Nazis resolvieron, aunque en una manera irónica: la violencia de las calles. Es más que irónico que los Nazis prometieran un fin a la violencia, ya que ellos la causaban. Pero como una forma de política, el “hooliganismo” programático fue efectivo. A través de los 1920s Alemania había visto una serie de batallas de calle violentas, en las cuales los Nazis y los ejércitos del ala izquierda se golpeaban. Un dicho incluso apareció que mas o menos decía así: “Mejor un fin a la pelea, que pelear sin fin”. Así, para mucha gente, no importaba quién ganara, si no más bien que la pelea acabara. En estas maneras, los Nazis se ocuparon de muchas necesidades, mientras que utilizaron todas las herramientas a su disposición para ganar el poder político.
Esto nos lleva a la subida del poder de Hitler. En febrero de 1932, Hitler luchó por la presidencia de Weimar en contra de Paul v. Hindenburg, el héroe popular de guerra. En Marzo de 1932, después de la segunda vuelta, Hindenburg ganó con el 53% del voto en contra del 36.8% de Hitler. Pero la situación política permanecía inestable. Recuerden de la sesión de Weimar como el electorado se polarizó progresivamente. Para Junio de 1932, con todos los problemas económicos y políticos que Alemania confrontaba, el Canciller en el poder, el político de Centro Heinrich von Brüning, resignó. Paul von Hindenburg entonces designó a Franz von Papen para volverse el siguiente Canciller y determinó las siguientes elecciones para Julio. En estas elecciones los nazis ganaron incluso más votos, con 13’745’000 votos y 230 de 608 asientos en el Reichstag. Hitler demandó ser nombrado Canciller, pero Hindenburg se rehusó, temiendo lo que Hitler podía hacer en el poder.
Esta situación fue de mal en peor. En Septiembre de 1932, Hermann Goering fue electo presidente del Reichstag y emprendió en una serie de movimientos políticos que forzaron a von Papen a resignar en Noviembre 17. De nuevo HIndenburg se rehusó a nombrar Hitler canciller y en vez se volvió al conservador Kart v. Schleicher para formar un nuevo gobierno. Schleicher no pudo encontrar una mayoría en el Reichstag, así que resignó en Enero 28, 1933. En Enero 30, con aparentemente ninguna otra opción, Hindenburg de mala gana nombró a Hitler como el último canciller de Weimar. En este punto Hitler era meramente solamente un Canciller. Pero luego en Febrero 27, de 1932 el Reichstag se quemó. Los Nazis seguramente empezaron el fuego, pero Hitler en seguida culpó a los Comunistas, y los Nazis arrestaron a un pobre Comunista Holandés, Marius van der Lubber, que había estado viviendo en Berlín, y lo culpó del incendio. Después todos los diputados comunistas en el Reichstag fueron arrestados, y Hitler obligó al Presidente Hindenburg a declarar un estado de emergencia, lo que le dio a Adolf Hitler poderes amplios para aplastar la disidencia y acallar la prensa libre de Alemania. Hitler utilizó la oportunidad para llamar a nuevas elecciones y emprendió una represión brutal de toda la oposición. En marzo 5, 1933 las elecciones fueron llevadas a cabo y los Nazis ganaron el 44% del voto total. Esto no era suficiente sin embargo; Hitler necesitaba 2/3 de la mayoría para cambiar la Constitución de Weimar. Para evadir este problema, Hitler hizo que el cada vez más dócil Reichstag pasara la Ley Orgánica en Marzo 23, 1933. Esta ley le dio a Hitler el completo poder dictatorial por cuatro meses. Lo devolvió después de 12 años.