Napoleón Bonaparte es tanto el heredero como el fin de la revolución francesa. Él representa las complejidades y tensiones que hicieron de la política francesa algo tan volátil después del 4 de julio de 1789. Estas tensiones fueron el resultado de intentar unir dos tradiciones irreconciliables. Una era la tradición republicana de libertad, igualdad y fraternidad; la otra era una corriente autoritaria que intentaba controlar todos los aspectos de la vida de la gente, incluyendo sus opiniones políticas. Esta tendencia autoritaria se hizo más patente durante el gobierno del terror (1793-94) cuando los líderes revolucionarios –Maximiliano Robespierre entre ellos- hacían uso exhaustivo de la guillotina con una gran cantidad de enemigos, reales y ficticios. Por tanto, existió una tensión durante la revolución entre el instinto igualitario y el autoritario. Napoleón juntó ambas tendencias pero Europa pagó un precio muy alto por ello.
Entre el 9 y 10 de noviembre, después de regresar a Egipto, Napoleón dio un golpe de Estado, terminando así con diez años de guerra y caos de la República. Este cambio ya se veía venir desde hacía algún tiempo. De hecho, ya había sido padecido en 1789 cuando el escritor inglés Edmund Burke escribió que los fines contradictorios de la revolución obligaban al surgimiento de un hombre fuerte que “logrará reunir las miradas de todos sobre él y ese será el fin de toda su República”. El problema real era que los franceses ya estaban hartos del caos interno y muchos de ellos opinaban que un ejecutivo fuerte era lo único que podía evitar el caos. Aunque el ascenso de Napoleón al poder revirtió parte de la revolución, ciertamente no auguró el regreso del antiguo régimen. En realidad, era un intento por encontrar consenso entre la población basado en la necesidad de seguridad. Después de la revolución mucha gente –que por primera vez pudo poseer propiedades- veían en los disturbios de la revolución un peligro para sus intereses.
Los primeros años de Napoleón como Primer Cónsul fueron un intento para negociar con las fuerzas del desorden en Francia. En 1801 logró un concordato con la Iglesia católica. En él, se reconocía la pérdida de propiedades a favor del Estado y Napoleón tendría la autoridad para nombrar representantes de la Iglesia. A cambio, el Estado garantizaría el pago a dichos representantes. La Iglesia ahora estaría subordinada al Estado francés pero también estaría ligada a él.
Napoleón también resolvió el problema de la deuda que se había incrementado mucho durante la primera y segunda coaliciones. Las guerras son negocios muy caros y Francia necesitaba desesperadamente dinero para pagar sus gastos y le siguieran dando crédito. Hasta ese entonces, el Estado había dependido del incautamiento de propiedades cuando no podía comprar lo que necesitaba. Napoleón resolvió el problema al establecer el Banco de Francia, que estaba diseñado a imagen del muy exitoso Banco de Inglaterra. El Banco de Francia controlaba la política monetaria y proveía de suficiente estabilidad para permitir el crecimiento y la reactivación económica de Francia, que usualmente es un fenómeno derivado de la construcción de consensos. El banco sería importante tiempo después pues le permitiría a Napoleón contraer créditos para pagar sus guerras próximas. Sin embargo, mientras esto ocurriría Napoleón necesitaba terminar la guerra de la segunda coalición, que estaba en marcha desde 1799. Rápidamente derrotó a Austria firmando el tratado conocido como la Paz de Lunéville en 1801. No le fue posible derrotar a Inglaterra pero negoció el Tratado de Amiens firmado en 1802. Por ello, tres años después de su golpe de estado Napoleón trajo paz a Francia.
Finalmente –y más importante aún- es que Napoleón continuó el proceso que se había gestado durante la revolución francesa al instituir nuevos códigos en procedimientos criminales, civiles y empresariales. Este nuevo código –código Napoleón o código napoleónico- era la última manifestación del interés de la revolución en Égalité o Igualdad, pues hizo que todos los franceses fueran iguales ante la ley. Además regularizó todos los procedimientos legales eliminando así el enredado y complejo sistema de cortes que caracterizaba al antiguo régimen. Por lo tanto, Napoleón fue la indicación de que el antiguo régimen en Francia se había ido.
Algo que debemos tener en cuenta es que los esfuerzos de Napoleón por consolidar la revolución eran muy populares a pesar de que gobernaba con excesos. Napoleón fue el primer estadista europeo en hacer plebiscitos y utilizarlos como una herramienta política. Napoleón realizó el primer plebiscito en 1802 al preguntarle a la gente si él debería ser nombrado Cónsul vitalicio. Los franceses aprobaron esta medida con un 99% de los votos a favor. Por supuesto, las subsiguientes elecciones de Napoleón fueron manipuladas, y no todos podían votar. El asunto que a nosotros nos interesa es que Napoleón pensaba que su legitimidad emanaba del pueblo.
Hemos considerado cómo Napoleón cambio y no cambió Francia. Ahora veamos cómo Napoleón cambió Europa debido a que sus guerras e innovaciones administrativas hicieron que Europa fuera un lugar diferente en 1815 –cuando fue derrotado por última vez- que en 1799 o inclusive en 1789. Napoleón fue producto un cambio: el cambio de luchar por la revolución a exportarla. De hecho, él era la principal razón por la que los franceses eran tan buenos en el campo de batalla pues era comandante general. Desde la perspectiva de Napoleón la victoria militar había sido clave para su ascenso y sería clave para su legitimidad política. Desde que se convirtió en primer cónsul en 1799, siguió una política de conquistas y anexiones. Esto tenía el doble propósito de dar una imagen más fuerte pero también significaba que las guerras no fueran peleadas en Francia. En la medida en la que se continuara con las victorias los franceses apoyarían a Napoleón.
Entonces podemos ver que Napoleón siempre tendía la necesidad de nuevos enemigos y nuevas victorias. Al final, sus enemigos serían muchos. Veamos como los consiguió. Para 1803 la guerra se había declarado entre Inglaterra y Francia. Ambas naciones mantenían siempre una mutua y profunda desconfianza. El problema para Napoleón era que nunca podría igualar la fuerza naval de los ingleses por lo que cuando la guerra se desató otra vez su armada no podía hacer más que correr y esconderse –y ni siquiera podían hacer eso bien. En 1805 en la batalla de Trafalgar el almirante Horacio Nelson destruyó los remanentes de las armadas francesa y española y con ello se acabarían las batallas navales.
Habiendo perdido en el mar, Napoleón se dedicó a lo que hoy llamamos guerra económica. Sus tropas ocuparon Italia y el noroeste de los puertos europeos para evitar la importación de bienes ingleses. Esto lo único que hizo fue agregar a la lista más enemigos pues Austria y Rusia estaban enojadas por las ocupaciones. Por lo tanto, Austria y Prusia se aliaron otra vez con Inglaterra para formar la Tercera Coalición (1805). Las cosas no mejoraron pues Napoleón venció tanto a Austria como Rusia sentando las bases del Tratado de Pressburg que redujo significativamente el tamaño de Austria y extendió a la Francia Napoleónica desde Ámsterdam hasta lo que hoy se conoce como Croacia (Ver mapa). Después de lidiar con austriacos y rusos, tocó el turno a los prusianos a los que Napoleón derrotó en las batallas de Jena y Auerstädt en 1806. Habiendo vencido a todos sus enemigos continentales Napoleón expandió su guerra económica contra Inglaterra al establecer el “Sistema continental” que prohibió la importación de todos los bienes ingleses en el continente europeo. En 1807 firmó la Paz de Tilsit con Rusia. Este tratado hizo de Rusia un aliado francés y cerró el continente –al menos en teoría- al comercio británico.
Ahora Napoleón controlaba completamente Europa. Consideremos las medidas que tomó para reorganizar esta gran franja de territorio. Los esfuerzos de Napoleón incluyeron el establecimiento de repúblicas hermanas con el patrón de la revolución francesa. En 1805 reorganizó la república Cisalpina y los convirtió en el reino de Italia. Convenientemente se autonombró rey. Después de que las tropas francesas siguieron descendiendo a lo largo de la península itálica, se encontraron con los Estados Papales que después anexarían a Francia. Finalmente, lo que había sido el reino de las Dos Sicilias, fue renombrado como reino de Nápoles y Napoleón puso a su hermano José en el trono. Para 1810 Francia controlaba de una u otra forma la península itálica completa.
Los cambios políticos fueron más dramáticos en Alemania. Antes de 1789, gran parte del área que hoy es Alemania formaba parte de una organización antigua llamada el Sacro Imperio Romano Germánico. Fundado el día de Navidad del año ochocientos era un imperio amado por muchos alemanes. Sin embargo, era completamente inútil en la escena internacional pues le faltaba poder real para imponer y recaudar impuestos, y por ello no tenía ejército. Esta vieja institución se colapsó por el peso militar de Napoleón. En 1801 Napoleón firmó un tratado con los austriacos llamado el tratado de Lunéville. Como parte de este tratado los Habsburgo reconocieron la anexión de Francia de todos los territorios al oeste del Rhin. En vista de que este territorio era alemán y había sido controlado por príncipes del Imperio, el Sacro Imperio en efecto dejó de existir. El tratado compensaba a los príncipes alemanes despojados al darles territorio más al oeste. En 1805 cuando Austria fue derrotada otra vez, lo que quedaba del imperio fue eliminado. En 1806 el emperador Francisco II (segundo), que se había renombrado Francisco I (primero) Emperador de Austria declaró al Sacro Imperio como difunto.
Sin alguna oposición efectiva, Napoleón era libre de convertir a Europa a su propia imagen. Napoleón comenzaría con Alemania. Además de anexar todos los territorios al oeste del Rhin, Napoleón se dirigió a los estados de tamaño medio, Baden, Württemberg y Baviera al vincularlos con él por medio de grandes concesiones territoriales. También les dio a cada uno nuevos títulos. Los margraves de Baden se convirtieron en Grandes Duques y los duques de Württemberg y Baviera se convirtieron en reyes, respectivamente. Además, Napoleón creó dos nuevos estados alemanes, el reino de Westfalia y el Ducado de Berg. Estos estados fueron creados a imagen del Estado francés. No por accidente, Napoleón puso a su hermano Jerónimo en el trono de Westfalia y puso a uno de sus generales favoritos en el Ducado de Berg.
Napoleón, por supuesto, no se detuvo en Alemania. En 1805 la república de Batavia fue rebautizada con el nombre de reino de los Países Bajos y otro de sus hermanos, Luis, fue puesto en el trono. Dos años antes, la República Helvética había sido reorganizada como otra Confederación Suiza pero esta vez Napoleón era su protector oficial. También puso en el trono de Suecia a uno de sus generales favoritos, de apellido Bernardotte, además de poner a otro de sus hermanos en el trono de España. Finalmente, después de la derrota de Prusia en 1807 Napoleón separó a las regiones étnicamente polacas de Prusia y estableció el Ducado de Varsovia con el interés de que fuera un aliado francés en Europa oriental. Por lo tanto, Napoleón estableció un juego completo de estados títere para apoyarlo, algunas veces más otras menos.
Ahora veamos al sistema napoleónico desde una perspectiva más amplia. Aunque el sistema napoleónico tenía sus problemas, éste presentaba grandes ventajas en comparación con la situación anterior. La nueva administración napoleónica restauró el orden, redujo el bandidaje y reconstruyó la infraestructura. Se establecieron impuestos altos y se incrementó el reclutamiento pero el nuevo sistema también respetaba las normas legales y en general sus beneficios excedían los costos. La primera década del siglo diecinueve tuvo buenas cosechas y precios altos para los granos lo que mantuvo a los campesinos contentos. Además, la actividad manufacturera se incrementó en un cincuenta por ciento a comparación del antiguo régimen. Este repunte ocurrió no sólo en Francia sino también en partes de Bélgica, Alemania y Bohemia. El periodo de 1802-1812 fue una época de pleno empleo para los artesanos urbanos que hicieron muy popular a Napoleón entre los sans-culottes. Sólo la derrota militar podría quitar a Napoleón del poder.
Napoleón fue derrotado finalmente por el conflicto sin fin con Inglaterra. No importaba lo que hiciera, los ingleses siempre permanecían cerca y de hecho se fortalecían. Aunque inicialmente el sistema continental dañó al comercio inglés, el valor de los productos ingleses en el mercado europeo era más grande que los riesgos de no cumplir con las leyes de Napoleón. El resultado fue una gran cantidad de contrabando con grandes ganancias al infiltrar productos ingleses en el continente. De hecho, el sistema se volvió tan regular que las compañías aseguradoras comenzaron a asegurar a los contrabandistas en caso de pérdidas. El sistema continental fue muy poroso y esto llevó a que Napoleón tomara acciones drásticas para evitar la entrada de bienes ingleses.
Los problemas de Napoleón empezaron en España en 1807, donde una serie de levantamientos contra la ocupación francesa ocurrieron y se necesitó de miles de topas adicionales para controlar las rebeliones. Austria tomó esto como su guía de acción al concluir no sólo que Francia era vulnerable sino también que el nacionalismo francés tendría que ser combatido por medio del nacionalismo alemán. El problema con este llamado al nacionalismo fue que otros príncipes alemanes se sintieron amenazados. Los príncipes de la confederación del Rhin puesta por Napoleón contribuyeron con cien mil tropas al ejército francés para combatir a los austriacos. Para mayo de 1809 Napoleón y su ejército estaban en Viena y los austriacos rogaban por la paz.
Los problemas de Napoleón en 1808-09 le obligaron a extender su control de manera más profunda en Europa. Primero, como parte del tratado de paz con Austria, Francia incautó la costa de Iliria (hoy Croacia). Después se anexó totalmente la costa del Mar del Norte desde Holanda hasta Hamburgo. Además, se anexó los Estados Papales para extender su control más ampliamente en el Mediterráneo.
Desafortunadamente para Napoleón, sus problemas económicos se incrementaron. Las cosechas de 1810 y 1811 fueron desastrosas y la prosperidad en la que basaba su imperio comenzaba a esfumarse. Las ciudades costeras de Europa estaban descontentas por su situación económica y el descontento fue extendiéndose a más ciudades y personas. Podemos ver qué tan seria era la situación para Napoleón cuando consideramos que al anexarse Holanda quitó a su propio hermano del trono. Más aún, Bernardotte, antiguo general de Napoleón y rey de Suecia impidió la aplicación del embargo -y eso que era amigo de Napoleón. Tampoco era sorpresa que Rusia se negara a continuar con el embargo por más tiempo.
La decisión de Rusia de no aplicar el embargo le dio a Napoleón el pretexto perfecto para la guerra, que era en lo que Napoleón era muy bueno. En 1812 reunió al ejército más grande del mundo con seiscientos cincuenta mil (650,000) hombres. Trescientos mil (300,000) eran de los aliados de Napoleón y trescientos cincuenta mil (350,000) eran franceses. Esta fue una empresa de gran escala pero su tamaño fue un gran obstáculo para su desempeño. Los rusos explotaron las debilidades de Napoleón de manera brillante. Casi no ofrecieron pelea y simplemente se retiraron hacia el interior del país. Mientras hacían eso, quemaban la tierra para que el ejército de Napoleón no tuviera nada que comer.
Napoleón hizo el viaje a y tomó la ciudad pero esto no logró nada pues los rusos la evacuaron y quemaron todo. Napoleón se estableció en el Kremlin por un mes esperando a que los rusos pidieran la paz pero esto nunca sucedió. Con un ejercito exhausto y mal alimentado, y con el frío aproximándose, Napoleón ordenó la retirada en 1812. La salida no fue fácil. El ejercito ruso persiguió a los ejércitos que se retiraban y el invierno los atacó salvajemente. Para cuando Napoleón cruzó la frontera con Prusia, solo lo acompañaban cien mil (100,000) de los seiscientos cincuenta mil (650,000) hombres que originalmente habían emprendido el viaje. Napoleón apresuró su llegada a París para organizar un nuevo ejército porque sabía que pronto lo atacarían.
Aquí podemos ver que tan eficiente era el Estado napoleónico francés. Para la primavera de 1813 Napoleón tenía un ejercito de tamaño considerable a su disposición aunque muchos de los hombres no estaban adecuadamente entrenados. Sin embargo, el general prusiano Johann Yorck von Wartenberg, que había apoyado a Napoleón con un regimiento en la campaña contra Rusia, cambió de bando y llamó a una insurrección nacional alemana contra Napoleón. Yorck cometió traición al cambiar de bando sin el permiso del rey pero el rey, nerviosamente, se unió a el. Los austriacos también se unieron a esta coalición junto con los rusos y esta nueva coalición derrotó a Napoleón en octubre de 1813 en una batalla fuera de Leipzig llamada la Batalla de las Naciones. En este punto el sistema completo se colapsó. Todos los aliados de Napoleón cambiaron de bando. Suecia le declaró la guerra a Francia. Los ingleses y los españoles se aliaron para expulsar a los franceses fuera de España. Para marzo de 1814, las tropas rusas, prusianas y austriacas tomaron París. Napoleón fue forzado a abdicar y desterrado a la isla mediterránea de Elba, aunque después organizaría su regreso que lo llevaría a su ultima derrota en Waterloo. Después de esta derrota, Napoleón y la revolución francesa se acabarían finalmente.
Entonces, ¿Que significa todo esto? ¿Cómo podemos entender el papel de Napoleón en la escena mundial? Por encima de todo, Napoleón representa el fin del feudalismo. La revolución francesas había acabado con el feudalismo en Francia pero Napoleón exportó los cambios al resto de Europa. Fue Napoleón quien institucionalizó los cambios traídos por la revolución de 1789 y generó un ambiente estable para que las instituciones se establecieran de manera permanente. Por primera vez, la gente podía disfrutar los beneficios del fin del feudalismo. Desde este punto en adelante, muchas personas tendrían algo que perder si regresaba el antiguo régimen. Además, por primera vez los Estados europeos, especialmente Francia, tendrían cuadros especializados de burócratas altamente entrenados que nunca aceptarían el regreso del viejo régimen. Sus posiciones estarían basadas en la igualdad ante la ley y se acostumbrarían a hacer decisiones que afectaban al Estado en su conjunto, no sólo a un grupo sobre el cual ellos tendrían control. En suma, aunque muchas cosas permanecieron sin cambio, de manera importante y fundamental, el mundo había cambiado bajo Napoleón y no había regreso. El famoso historiador alemán Thomas Nipperdey comenzó su historia de Alemania de tres tomos con las palabras “Am Anfanb war Napoleon” (En el comienzo, estaba Napoleón). Napoleón fue tanto un comienzo como un fin. En la próxima hora, analizaremos uno de los muchos peligros que acechaban al nuevo régimen que Napoleón había ayudado a crear.
jueves, 31 de enero de 2008
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